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España España · Madrid
Voto de joruji:
9
7,7
5.160
Documental Estados Unidos, 1974. La resaca del Watergate y la dimisión de Nixon, el activismo negro y, sobre todo, los míticos combates de boxeo -especialmente el de Muhammad Ali contra George Foreman en el Zaire- en los que Ali, un hombre negro llegaría a ser un símbolo para su raza, son el telón de fondo de este documental. (FILMAFFINITY)
17 de junio de 2008
22 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como Spike Lee comentaba, “Muhammad Ali era un raro espécimen: era guapo, atlético, el más fuerte, el más rápido, carismático”, era único. Su boxeo era elegante, único, impredecible con un juego de piernas incomparable, unos puños increíblemente veloces para su peso: era un “peso pluma” de 100 Kg. Y su cara casi no se hinchaba en el ring.
Socialmente era igual de admirable. Aun a riesgo de sacrificar su carrera por sus ideales, no renunció a ellos en ningún momento. Un genio de la verborrea, un personaje de película, uno de los grandes de la historia del deporte. Ese era Ali. Alguien como él merecía un largometraje a su altura. Y en “Cuando éramos reyes” se consigue, superando las expectativas.

Tras ser marginado y castigado injustamente por su propio país (guerra de Vietnam) y con un físico que ya no era el mismo que cuando derrotó a Liston, nadie esperaba que el desenlace que se iba a producir. Allí en el antiguo Zaire, un inestable país gobernado por un represivo dictador, el interesado Don King había conseguido el combate del siglo: Ali VS Foreman.

Foreman, La Bestia. Un boxeador cuyos oponentes no duraban más de dos asaltos en pie. Una de las mayores pegadas, uno de los que más victorias acumulan por K.O. de la historia, aquel que derrotó al genio Frazier en dos asaltos. Cualquiera temblaría si se tuviera que enfrentar a una mole como él.
Viendo todos estos datos nadie apostaría por el viejo y fanfarrón Ali, pero este hizo uso de algo que nadie esperaba necesitarse en boxeo: la inteligencia.

Fuera del cuadrilátero. Puso a su favor a todo un país: se relacionaba con gente de a pie, daba coba a los zaireños, utilizaba una de sus mejores virtudes: la palabra. Toda una comunidad contempló a Ali como un héroe y a Foreman como el villano, el cual no hizo mucho por remediarlo: se recluyó en su hotel durante toda su estancia en Zaire. Así en el combate, la gente ensordecía el estadio con la frase “¡Ali bomaye!” (Ali mátalo); el daño mental que sufrió Foreman con esta frase decidió el combate.

Dentro del cuadrilátero. Cassius Clay realizó una de las estrategias más brillantes de la historia del boxeo; hizo creer a todo el mundo que iba a “bailar”, a moverse como solo él sabía cuando su estrategia era bien distinta: provocar y cansar al contrincante y posteriormente machacarle. Todo a pedir de boca, tras un mes de continuas fanfarronadas y pestes hacia Foreman, este explotó en el ring, pero Ali “no bailaba”; aunque Ali no desfalleció ni un momento y “pico como una abeja” durante todo el combate. Cuando llegó el octavo asalto una ráfaga de golpes llegó al cansado George, y Ali venció por KO. El “¡Ali bomaye!” nunca resonó tan alto.

Un documental de gran valor histórico, sociológico y político retrato de 1974, una época de activismo negro en la que Muhammad marcaría un antes y un después para su raza: todo un fenómeno que va más allá de un combate de boxeo.
joruji
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