La película tiene una primera parte que en su día debió ser muy divertida (ahora no tanto), cuando los listos del pueblo se conchaban para teatralizar el milagro. La torpeza del falso San Dimas, a cargo de Pepe Isbert, es realmente graciosa.

Como en todas las apariciones milagrosas, no vale aparecerse ante cualquiera. Hay que buscar a alguien que se lo trague. Por eso siempre se aparecen los santos y vírgenes a personas inmaduras y analfabetas. No sé de ningún caso donde se aparezca a un premio Nobel de física.

Me preguntaba antes de verla cómo la censura franquista dejaba pasar una película con un argumento tan poco afín al régimen. Luego cuando aparece un nuevo personaje perseguido por la guardia civil, ya se ve claro el desenlace ñoño donde todo va a quedar "como Dios manda".

Es una comedia esperpéntica que va de más a menos, pero que no podía evolucionar de otra manera desde el punto de partida debido al contexto histórico de la época.