Aunque esto no se encuentra en lo más cutre de los años 80 cuando Televisa se encargaba de intentar colocar telenovelas en la pantalla grande, «El habitante» es un intento fallido para el género, sin construcción de personajes, de interpretaciones forzadas, guión poco trabajado, que aunado a su montaje perdido entre dos historias mal ejecutadas y una dirección de arte acartonada que en conjunto con la mansión —como sello de la casa— hacen una película olvidable en el mejor de los términos.

Tres ladronzuelas tienen información sobre la residencia a la que piensan entrar, debido a que no hay personal a cargo de la vigilancia o de los servicios. En su hazaña, se encontrarán con los propietarios, por lo que los someterán hasta conseguir se les entregue todo el dinero que fueron a buscar. Sin embargo, durante su estancia se percatarán de algo que las distraiga de su objetivo.

Pues todo parece puesto sobre una mesa al alcance de lo esperado, el horror se entre mezcla con un thriller y un drama mal ejecutado por abarcar temas de actualidad que entorpecen de lleno el efecto entre los espectadores y aquello planteado sin sutileza.

Un ejemplar oportunista que se abandera el empoderamiento femenino, la solidaridad de género y ese llamado a la justicia por lo atroz que resuena una y otra vez en todos los medios y al que el cine no está ajeno, que no por eso «El habitante» se libra del calificativo «torpe» por sus evidentes fallas.

Muy prescindible.