Una pareja muere por accidente y se quedan obligados a vivir como fantasmas en su casa...el problema es cuando llegan unos nuevos y vivitos inquilinos que quieren cambiar la decoración a su antojo, así que para echarlos contratan a un fantasma de lo más friki y marchoso: Bitlechús.

Esta es la premisa del segundo largometraje de Tim Burton. Y aquí se nota que Burton no contaba por entonces con presupuestos tan grandes como los de más adelante para tener un diseño artístico realmente gradioso, pero el hecho de que Bitelchús sea más modestita no la hace más mala, y es que Tim Burton bajo de presupuesto ¡sigue siendo bueno!. En Bitelchús también uno se siente dentro de un sueño rozando la pesadilla divertida (que si cuadro de Dalí por aquí, que si oficina de atención para los "del otro barrio" colorista y picasiana por allá) con un apañejo aquí y otro allá Burton nos regala lo de siempre y muy bien.

Además su narración sigue siendo la característica de Burton: Beetlejuice es entretenida en todo momento gracias a su humor ácido y a unas actuaciones muy en su sitio, es divertida o divirtidísima según el momento, y además también nos guarda algún que otro momento sorprendente (o friki al máximo, según como quiera llamarse).

En fin, para divertirse y pasar el rato. Y para disfrutar con el estilo Burtoniano que esta cinta emana por los cuatro costados. No es una obra maestra pero sin duda Burton ya desde sus inicios supo crear un estilo propio mezclando el tenebrismo moderado con cualquier cosa: ya sea con sentimentalismo como en "Eduardo Manostijeras" o con el humor más absurdo pero divertido como en este "Beetlejuice". "Beetlejuice" nos mezcla cabezas cortadas y bailes de salsa de manera acertada y entretenida.

Lo peor: Que le falta algo de profundidad al tema de la mortalidad (aunque tampoco lo busca).
Lo mejor: