La comedia nunca ha sido un género que me agrade demasiado, pues mi sentido del humor es bastante peculiar, así como las cosas que me hacen gracia. Dicho de otro modo, la mayoría de las cosas con las que me río no les saca ni una mísera sonrisa al resto de los mortales, y viceversa.
Lo peor, en ocasiones, es que las cosas que no están pensadas para resultar graciosas, hacen que me parta el pecho, aunque este no sea el caso.

Cuando fui a ver Tropic Thunder, lo hice con un poco de miedo, pero también con esperanza, ya que su director era Ben Stiller, quien anteriormente había hecho Zoolander, una comedia que no me canso de ver y que me parece absolutamente genial, despiadada y grotesca.
Pero tenía miedo de que Zoolander fuese el fruto de un estado de gracia e inspiración que no se volvería a repetir, y que Tropic Thunder sería la típica comedia tonta americana… pero me equivoqué.
Tropic Thunder es idéntica a Zoolander; mismo humor, mismos chiste con mala leche, surrealismo, ridiculización de todo un gremio, etc. Mientras que Zoolander machacaba sin piedad al superficial mundo de la moda, las pasarelas y demás, Tropic Thunder lo hacía contra el cine, satirizando y disparando toda su munición envenenada contra productores despiadados, actores excéntricos, superproducciones, tópicos, fracasos en taquilla y las consecuencias de estos, blockbusters pasados de moda y, en definitiva, todo lo que rodea al mundillo del cine comercial.

Otro de los detalles más interesantes de esta película es el modo en que plasma en pantalla a todos los estereotipos de actores. Por un lado tenemos al héroe de acción, especializado en cine comercial y sagas interminables que quiere desencasillarse.
Luego está el actor cómico de moda, cuyas películas tienen éxito pero nada de calidad.
Por supuesto también está el actor del método, ese que, con tal de meterse en su papel, llega a hacer auténticas e innecesarias gilipolleces. Es un actor que hace buen cine y actúa a las mil maravillas, pero en su vida privada resulta un ser excéntrico y maleducado.
No olvidemos al actor novel, joven e inexperto, que sueña con conseguir alguna nominación al Oscar por su primera película.
Y luego está el prototipo que más odio; el cantante de moda metido a actor sin tener ni pajolera idea de interpretación. El típico reclamo comercial del que no se espera nada, salvo ver en aumento las cifras en taquilla gracias a la asistencia a las salas de los fans que sólo quieren ver a su ídolo, aunque no sepan ni de qué va la película que protagoniza.

sigue en spoiler sin destripar nada