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9
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13.725
Cine negro. Thriller
Tony Camonte (Paul Muni), un pistolero de origen italiano, ignorante y sin escrúpulos, es el lugarteniente de Johnny Lovo (Osgood Perkins), el hampón más poderoso del South End de Chicago. Ambicioso y cruel, Camonte, que por una cicatriz que le cruza el rostro recibe el apelativo de Cara cortada, elimina poco a poco a los rivales de su jefe hasta que, con la ayuda de su amigo Gino Rinaldo (George Raft), le arrebata el poder también a él ... [+]
24 de diciembre de 2016
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay grandes películas que envejecen mal. Por muy buenas que sean, el tiempo no perdona. Pasa en las mejores familias (que se lo digan a Meg Ryan o a Nicole Kidman, por ejemplo). Pero "Scarface" no es Meg, ni es Nicole. "Scarface" es Sharon Stone, es Sigourney Weaver (sí, a mí me parece que está cañón, ¿qué pasa?), es Susan Sarandon (ahí no hay duda, ¿eh?)… Y es que esta fabulosa película de Howard Hawks, vista casi nueve décadas después de su realización, sigue sorprendiendo por su belleza, por su espléndido realismo, su fotografía, su aroma a cine negro de verdad y la hipnótica interpretación de sus protagonistas.
Si hoy no hay una sola toma que desmerezca el ritmo de la acción (que no la hay), los espectadores que la vieron en las salas de cine durante su estreno estoy seguro de que tenían que saltar de sus butacas o meterse debajo de ellas. Los tiroteos, las persecuciones, las ametralladoras, los cristales de los escaparates saltando por los aires, las explosiones, los cuerpos cayendo como fardos de los coches, etc. Todo está filmado con una maestría asombrosa. Howard Hawks apenas tenía 30 años cuando la rodó y ya presenta un buen puñado de detalles de inmenso y original talento: la silueta en forma de sombra que asesina a un capo en la primera secuencia, esas enigmáticas “x” que se insinúan constantemente, los tres momentos clave en los que aparece el cartel luminoso con esa frase grabada en el corazón de Tony Camonte ("el mundo es tuyo"), el juego de la moneda al aire del bueno de Gino… Y sobre todo las magníficas interpretaciones. Es posible que Paul Muni esté un poco sobreactuado (en especial en sus gestos y en esa peculiar forma de caminar); pero, ¿acaso no lo están siempre los grandes gangsters del cine desde Edward G. Robinson hasta De Niro, pasando por los no menos histriónicos Brando, Al Pacino o James Gandolfini? Por cierto, todos ellos le deben algún tic, algún gesto al gran Muni. Paul Muni supo crear un personaje poliédrico y complejo, con muchas aristas y diversos procesos a lo largo de la historia (simpático, tosco, amigable, cruel, poderoso, galante, inseguro, asustado). Sus enormes hechuras y sus movimientos de tipo rudo, su sonrisa burlona y esas miradas de hielo que acojonarían al mismísimo Hannibal Lecter forman parte ya de la historia del cine.
Muni está genialmente acompañado por el resto del elenco: el gran George Raft interpretando al hierático y fiel lugarteniente de Tony Camonte o las bellas y glamurosas Karen Morley y Ann Dvorak. Por cierto, mención especial me merece esta última, pero me la reservo para el spoiler.
Una película que seguirá siendo siempre joven, como apuntaba al principio. Joven y hermosa.
Si hoy no hay una sola toma que desmerezca el ritmo de la acción (que no la hay), los espectadores que la vieron en las salas de cine durante su estreno estoy seguro de que tenían que saltar de sus butacas o meterse debajo de ellas. Los tiroteos, las persecuciones, las ametralladoras, los cristales de los escaparates saltando por los aires, las explosiones, los cuerpos cayendo como fardos de los coches, etc. Todo está filmado con una maestría asombrosa. Howard Hawks apenas tenía 30 años cuando la rodó y ya presenta un buen puñado de detalles de inmenso y original talento: la silueta en forma de sombra que asesina a un capo en la primera secuencia, esas enigmáticas “x” que se insinúan constantemente, los tres momentos clave en los que aparece el cartel luminoso con esa frase grabada en el corazón de Tony Camonte ("el mundo es tuyo"), el juego de la moneda al aire del bueno de Gino… Y sobre todo las magníficas interpretaciones. Es posible que Paul Muni esté un poco sobreactuado (en especial en sus gestos y en esa peculiar forma de caminar); pero, ¿acaso no lo están siempre los grandes gangsters del cine desde Edward G. Robinson hasta De Niro, pasando por los no menos histriónicos Brando, Al Pacino o James Gandolfini? Por cierto, todos ellos le deben algún tic, algún gesto al gran Muni. Paul Muni supo crear un personaje poliédrico y complejo, con muchas aristas y diversos procesos a lo largo de la historia (simpático, tosco, amigable, cruel, poderoso, galante, inseguro, asustado). Sus enormes hechuras y sus movimientos de tipo rudo, su sonrisa burlona y esas miradas de hielo que acojonarían al mismísimo Hannibal Lecter forman parte ya de la historia del cine.
Muni está genialmente acompañado por el resto del elenco: el gran George Raft interpretando al hierático y fiel lugarteniente de Tony Camonte o las bellas y glamurosas Karen Morley y Ann Dvorak. Por cierto, mención especial me merece esta última, pero me la reservo para el spoiler.
Una película que seguirá siendo siempre joven, como apuntaba al principio. Joven y hermosa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La película está repleta de escenas memorables y de detalles únicos. Pero permitidme que comente especialmente dos protagonizados por la increíble Ann Dvorak. Cada vez que aparece en escena, se come la pantalla; está deslumbrante. Su muerte, en ese trágico final, es de antología. Recibe un disparo de la policía a través de una ventana y, delicadamente, es recogida por Tony (su hermano), que la recuesta en un sofá donde exhala sus últimas palabras con una elegancia algo sobreactuada (es verdad), pero deliciosa. ¡Cómo muere Ann Dvorak! Maravillosa.
Pero la escena que resulta absolutamente embriagadora es aquella en la que Cesca (así se llama el personaje que interpreta Ann) trata de seducir a Gino (George Raft), en la puerta de una sala de fiestas. Pero este permanece impertérrito a las insinuaciones de la hermana de su jefe. Ese bailecito que se marca Ann Dvorak provocando a Gino es mágico. Dura unos segundos, pero parece que se detiene el tiempo, oye. Me lo hace a mí y le pongo las escrituras de mi casa a su nombre al instante. ¡Qué delicia!
Por cierto, durante décadas se ha hablado y escrito mucho sobre la extraña relación entre los dos hermanos. Hay teorías de todo tipo: desde la más pura y blanca (amor fraternal), hasta otra más escabrosa (la férrea protección de Tony hacia su hermana con respecto a los hombres esconde algo más que el simple rol de hermano mayor). Hawks es bastante ambiguo con ese asunto, dejando mucho a la interpretación del espectador. También se insinúa en algún sutil diálogo una posible explicación intermedia: el hecho de que ambos personajes pudieran ser solo hermanastros. El caso es que el tema ha dado para mucho. Yo, como tengo la cabeza como la tengo, me quedo con la interpretación más morbosa: Tony está perdida y celosamente enamorado de su hermana (hermana de padre y madre, nada de medias tintas). Ella conoce esa obsesión oculta y se aprovecha de ella. Por eso tampoco le tiene miedo (a diferencia de la madre de ambos, que sí muestra ese temor por su propio hijo, sabedora, quizás, de esa incestuosa pasión).
Si Ann Dvorak fuera mi hermana, creo que me gastaría una pasta en psicólogos.
Y por último, para los frikis del cómic clásico como yo. ¿Habéis leído "Rip Kirby", del genial Alex Raymond? ¿Verdad que Mangler "El triturador", archienemigo de Rip, se parece bastante al Tony Camonte de Paul Muni? Cara cortada incluida. ¿Cuántas veces vería Alex Raymond esta película? Apuesto a que muchas.
Pero la escena que resulta absolutamente embriagadora es aquella en la que Cesca (así se llama el personaje que interpreta Ann) trata de seducir a Gino (George Raft), en la puerta de una sala de fiestas. Pero este permanece impertérrito a las insinuaciones de la hermana de su jefe. Ese bailecito que se marca Ann Dvorak provocando a Gino es mágico. Dura unos segundos, pero parece que se detiene el tiempo, oye. Me lo hace a mí y le pongo las escrituras de mi casa a su nombre al instante. ¡Qué delicia!
Por cierto, durante décadas se ha hablado y escrito mucho sobre la extraña relación entre los dos hermanos. Hay teorías de todo tipo: desde la más pura y blanca (amor fraternal), hasta otra más escabrosa (la férrea protección de Tony hacia su hermana con respecto a los hombres esconde algo más que el simple rol de hermano mayor). Hawks es bastante ambiguo con ese asunto, dejando mucho a la interpretación del espectador. También se insinúa en algún sutil diálogo una posible explicación intermedia: el hecho de que ambos personajes pudieran ser solo hermanastros. El caso es que el tema ha dado para mucho. Yo, como tengo la cabeza como la tengo, me quedo con la interpretación más morbosa: Tony está perdida y celosamente enamorado de su hermana (hermana de padre y madre, nada de medias tintas). Ella conoce esa obsesión oculta y se aprovecha de ella. Por eso tampoco le tiene miedo (a diferencia de la madre de ambos, que sí muestra ese temor por su propio hijo, sabedora, quizás, de esa incestuosa pasión).
Si Ann Dvorak fuera mi hermana, creo que me gastaría una pasta en psicólogos.
Y por último, para los frikis del cómic clásico como yo. ¿Habéis leído "Rip Kirby", del genial Alex Raymond? ¿Verdad que Mangler "El triturador", archienemigo de Rip, se parece bastante al Tony Camonte de Paul Muni? Cara cortada incluida. ¿Cuántas veces vería Alex Raymond esta película? Apuesto a que muchas.