El estar en posesión de una placa policial otorga a quien la lleva una gran responsabilidad, la fuerza del poder camina sobre el filo de la navaja por lo que las actuaciones ilegales o el abuso de poder abandonan el lado de la ley para internarse en la senda de la delincuencia.

Estados Unidos con el beneplácito de muchos de sus políticos por la represión policial de las masas y el visto bueno a la tenencia de armas de forma indiscriminada que favorece la delincuencia y el crimen nos aporta con frecuencia actuaciones policiales nada asépticas.

Gavin O’Connor realiza un excelente trabajo en este film que mezcla los policías honorables con los corruptos que deambulan a sus anchas por las calles de New York. Muy buenas las interpretaciones de Edward Norton y Colin Farrell que aportan verosimilitud al guion.