Las normas en las familias adineradas en los países latinos a principios del siglo XX eran extremadamente duras, los matriarcados marcaban su sello de poder especialmente sobre las hijas viéndose estas abocadas a vivir una vida de servicio doméstico sin ilusiones propias.

Alfonso Arau lleva a la pantalla la novela de Laura Esquivel con el mismo título para mostrar las normas y compromisos adquiridos por las hijas de una familia adinerada en el México de primeros de 1910, la película narrada con originalidad se desarrolla entre fogones y cacerolas dándole ese sutil toque mexicano de calor de hogar con cantidad de “platillos” típicos que hicieron las delicias de todos los personajes.

Sin embargo, la historia romántica rezuma el dulzor de un almíbar muy concentrado que colma nuestras papilas cinematográficas.