La mejor parte del documental es aquella que se centra el las diversas personas con enfermedad mental ingresadas en el psiquiátrico; ver expresar sus emociones, su gestualidad, sus pensamientos, su manera de hablar y de convivir es un documento fascinante y una manera de acercarse a estas personas rechazadas por la sociedad. La recreación de la vida y obra de Egas Moniz ciertamente interesa menos en el desarrollo de la película. Así mismo el recurso de los sonidos de mono que motean algunas escenas no puede decirse que tengan beneficio alguno para el espectador más que irritar al mismo.