Robert Bridgestone (Kerwin Mathews) recientemente divorciado de Sandy (Elaine Devry) está pasando un fin de semana en una cabaña en el campo con su hijo Richie (Scott Sealey) cuando son atacados durante la noche en un paraje arbolado por un hombre lobo, el padre acaba herido en la lucha, el hombre lobo ensartado en una estaca tras caer por un barranco, y el niño contando a sheriff, madre y todo con el que se cruza que su padre ha acabado con un hombre lobo, cosa que nadie cree ya que el cadáver ensartado luce apariencia humana (eso sí, parece ser que tiene un grupo sanguíneo desconocido, según oímos al sheriff), y el padre entre el fragor de lucha, la oscuridad de la noche, y la apariencia humana del contrincante ensartado, no reparo que estaba siendo atacado por un licántropo.

Aconsejado por un psiquiatra que le recomienda volver a salir de excursión con el chaval para ver si así abandona esa cantinela licantropa que ellos creen fantasía infantil resultante de idealización del padre (algo así como que no acepta que el padre haya matado a un hombre y por eso inventa a un hombre lobo como víctima), ya tenemos a padre e hijo en el campo, mostrándonos a una comuna ¡hippie/religiosa! que están instalados por la zona y más adelante se nos revelaran como lo más divertido de la función, y a automovilistas varios y una dulce parejita de novios que se encuentran de camping en una caravana, que se verán envueltos en sangrientas peripecias cuando llegue la luna llena y el padre se transforme en hombre lobo a causa de las heridas sufridas en la escena anteriormente descrita que abre la película, al sheriff desconcertado ante lo que cree obra de un maniático caníbal (cadáveres descuartizados y decapitados) suelto por la zona, y al niño aun mas desconcertado al saber con certeza que el responsable de las muertes es su padre transformado en licántropo, y que una vez recuperada su apariencia humana no recuerda nada de lo sucedido y no es consciente de la maldición que sufre.