No seré yo, quien afirme que este western zombie que se ha sacado de la manga el Señor Romero, signifique un antes y un después en el género, pero dado el lugar de honor que en el corazón del aficionado a tan baqueteado genero se ha ganado el Gran Romero, y que por más que le pese a algún mastuerzo desagradecido, podemos encontrar aquí su impronta y buen hacer a lo largo de todo su metraje (renovados y reinventados destellos gore marca de la casa, toques de humor "Romero" de esos que el buen y agradecido aficionado sabe reconocer de inmediato, y ese recurrente – y a mi juicio, muy acertado - en sus últimos films, germen de inteligencia en los zombies), además de una evolución lógica (dentro de lo lógico que el tema puede llegar a ser, aclaro este aspecto para evitar que la frase se confunda con esas risibles sentencias con las que los autoerigidos y risibles expertos en el tema acostumbran a dar la barrila a la que se les presenta ocasión) en comportamiento y resabios de vivos y muertos.

En resumen, entretenido y divertido western zombie, de visión obligatoria para los agradecidos a los buenos ratos que George A. Romero nos ha brindado a lo largo de los años con sus lentas pero mortíferas y aterradoras criaturas (joer, todavía estoy esperando sentir una sensación tan inquietante y desasosegante como las experimentadas - aun hoy, sobre todo con la luz apagada y a solas – con los primeros minutos de "La noche de los muertos vivientes 1968", - ¡Barbará, van a por ti!), ratos que en lo que a mí respecta impiden defenestrar sus últimas películas, y enfocar su visión en la degustación de los detalles marca de la casa que solo estas contienen (las habrá mejores y peores, pero no son de George A. Romero), que en este caso son numerosas y muy resultonas, y están rematadas de forma genial en la vacilona escena que da paso a los títulos de crédito finales.