No falla; cuando en una historia de tipo sin nombre repartiendo estopa del que tan solo se puede intuir su pasado, el encargado de dar vida a ese hombre es uno de esos contados actores al que los personajes de tipos duros les viene pintiparado, la cosa suele dar como resultado algo como mínimo bastante entretenido. Pues bien, eso y bastante más es que lo que ofrece este recio film.

Mel Gibson volviendo por esos fueros en los que da gusto verle, una historia de amistad y compañerismo entre tipo duro y niño con todos lo tópicos habidos y por haber con cárceles mejicanas de por medio, elevados a la máxima potencia, malos cuasi de opereta pidiendo a gritos que Gibson les de su merecido, donantes de órganos a la fuerza, mafiosos reclamando el dinero que se les ha robado (al mas puro estilo setentero), y hasta su resultona historia romántico/accidentada, todo ello acompañado de acertadas y bien filmadas escenas de acción, y de un desarrollo de la trama que crece en suspense y tensión hasta prácticamente el ultimo fotograma de su ajustado metraje (poco mas de 90 minutos).

Súmese un puñado de buenos y resultones actores acompañando dignamente la función, y a mi juicio lo mas importante y fundamental para el buen resultado del conjunto: Adrian Grunberg, reputado y buen director de segunda unidad de algunos de los eclecticamente mas recios y disfrutables films de los últimos tiempos, debutando en la dirección a lo grande, trasladando a la pantalla todo lo aprendido al lado de lo mas granado en cuanto a directores de los últimos años (joer, y es que si me apuran hay escenas que recuerdan al mas inspirado Samuel Peckinpah), y tenemos un buen y entretenido film, que sin engañar con aspiraciones de auteur, y tirando de todos los tópicos que ustedes quieran, hace pasar un rato verdaderamente entretenido y se merece con toda justicia ser considerada como una buena película.