No quiero imaginar el revuelo que debió causar Harold y Maude en su momento.
Todavía hoy, resulta sumamente transgresora y atrevida, con lo que es incalculable cuántas ampollas tuvo que levantar en su día.
Hala Ashby, oscarizado montador de Norman Jewison, se tiró a la piscina en un salto sin red con la historia de esta relación de amistad y sentimental entre una vital anciana y un veinteañero con tendencias suicidas, y el resultado es una muy extraña mezcla entre mensaje pro-vida y esperanza y una comedia romántica con mucho de humor negro.
Extraña, muy extraña, todavía hoy en día, y profundamente transgresora sin necesidad de ser desagradable. Queda en la memoria del espectador y es original y diferente, que ya es mucho, pero muchísimo más, de lo que pueden decir y ofrecer el 95% de las películas.
Bravo.