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Voto de Sibila de Delfos:
5
Serie de TV. Drama. Thriller Líder carismático, político ambicioso y padre y esposo ejemplar: así es Alberto Guzmán, el jefe del Gobierno español, figura clave de la política nacional actual. Sin embargo, una inesperada tentativa de magnicidio pondrá al descubierto las fisuras de su entorno más cercano. (FILMAFFINITY)
9 de abril de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vamos a dejar una cosa clara desde el principio: Secretos de Estado se lleva un 5, el aprobado raspado, por tres motivos solamente: el dinero que ha costado y que luce en pantalla, la soberbia interpretación de Miryam Gallego (aunque no haya hecho engañada, pero a eso iremos después) y lo indudablemente entretenida y divertida que es, aunque no siempre pretenda ser lo segundo.
¿Cuál es el problema? Pues muy fácil también: está mal ejecutada de principio a fin. Primero por mentirosa, y después por no tomarse en serio a sí misma. Mentirosa porque quiere vender la moto de un thriller político cuando lo que es es un culebrón de libro, con protagonismo de las tramas personales y sentimentales mucho más que las políticas, y deshonesta consigo misma porque ni sus propios responsables se creen lo que están contando. La verdad es que motivos para cascarle un suspenso tiene de sobras. Es difícil decidir qué es lo peor: la nula credibilidad de Sara Vidorreta (atención a la discusión con su madre en las escaleras cuando se entera de qué ha sido de Andrés), la insulsa relación entre Laura y Andrés, el escaso protagonismo de Julián (hasta el punto de que cuesta saber por qué existe siquiera), la subtrama gay del personaje de José Luis García Pérez, la cara pétrea de Michelle Calvó y su inexistente naturalidad cuando habla, el aspecto de galán de telenovela (que es lo que es,y muy respetable, por supuesto) de un Emmanuel Esparza a quien no hay quien se crea como presidente del Gobierno, las escenas carcelarias que pretenden copiar sin pudor a Vis a Vis... vale, todo lo que quieran. Pero también hay que reconocerle lo que decíamos al principio: entre todas sus absurdeces, diálogos vergonzosos y tejemanejes políticos de tres al cuarto, hay que reconocer que entretiene, y mucho, y que funciona incluso como "placer culpable". Es mala, sí, pero una de esas series malas que hasta "gusta" ver, en cierta forma, porque entretiene que da gusto, engancha incluso con la trama de Ana Chantalle, y da bastante risa, aunque no siempre lo busca, por supuesto. Y sobre todo, da mucha pena ver cómo se desaprovecha el potencial que tenía. ¿Por qué no apostar realmente por una ficción sobre la corrupción política? ¿Por qué el tono de toda la serie no es el del último discurso de Ana? Podría haber salido algo muy potente si se hubiera seguido esa línea. Pero no, la apuesta es por la del culebrón, y si no, estaríamos hablando de otra cosa y no de un producto de Frank Ariza, que no da una, el buen hombre.
Por suerte, por allí aparecen algunos actores que defienden con uñas y dientes lo que les han dado, como Elvira Mínguez, Natalia Millán, Miguel de Miguel o el mencionado García Pérez. De Jesús Castro... qué podemos decir a estas alturas. Se nota un esfuerzo en su dicción, muy mejorada, y en hablar de una forma distinta a sus típicos personajes de macarrilla andaluz, pero sigue estando demasiado claro que está donde está gracias a su privilegiado físico, con el que cayó en gracia a Yolanda Serrano y Eva Leira, y no por su talento, ya que no lo tiene.
Así pues, acabemos este comentario con un elogio sincero a Miryam Gallego, una monumental actriz que está por encima, muy por encima de los resultados de este producto. No tiene muy buen ojo la inolvidable marquesa de Santillana de Águila Roja para elegir sus proyectos, pues tampoco ha acertado recientemente con Instinto, pero ella siempre da lo mejor de sí, y aquí lo vuelve a demostrar. Cuando ella está en pantalla, el interés sube mucho, hasta el punto de que las mejores tramas son las que envuelven a Ana, sea con Alberto, con sus hijos, o con sus aspiraciones políticas. Cabe la posibilidad de que ella hiciera este trabajo pensando que la serie iba a ser otra cosa, algo que dejó caer, con su habitual elegancia, en algunas entrevistas. No cabe imaginar que sea verdad, porque ella es la única que actúa como si estuviera de verdad en un thriller político y no en un culebrón de tres al cuarto.
Gracias, Miryam, por ser tan buena actriz y tomártelo en serio, incluso cuando el resultado no es serio en absoluto.

Lo mejor: Entretiene, de eso no hay duda, y es un claro "placer culpable". Y, por supuesto, Miryam Gallego, que está soberbia.
Lo peor: Tantas cosas...
Sibila de Delfos
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