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España España · Sevilla
Voto de Talibán:
9
Fantástico. Drama Una mujer (interpretada por la propia Maya Deren) explora sus propias imágenes interiores, a través de un sueño, donde los objetos ordinarios de su vida diaria consiguen un misterio sobrecogedor. Deren (1917-1961) explicó que quería "plasmar en la película la sensación que experimenta un ser humano sobre un incidente, más que grabar el incidente con precisión". Codirigido con su marido, el director de fotografía Alexander Hammid, ... [+]
12 de septiembre de 2013
31 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una mujer se dispone a entrar en su casa. Esta acción, la más íntima y común que existe, se llena de sucesos íntimos y comunes, que se transforman a sus ojos – sus ojos que son los nuestros- en excepcionales: se transforman en señales. La llave de la casa se le cae, hay periódicos en el suelo, un teléfono está descolgado y un cuchillo en ligero equilibrio se desprende del pan. Los sueños nos empujan, fatídicamente, a vincular el estado de los objetos comunes con nuestro propio estado. Quizás anticipan nuestros actos, puesto que manejan información privilegiada extraída de la corteza abisal de la personalidad, quizás los desencadenan.

Poco a poco reconocemos la naturaleza cíclica del sueño, la condición progresiva que tienen las pesadillas; la naturalidad con que aceptamos nuestro propio desdoblamiento; la irresistible fuerza poética que posee la individualidad de las cosas; la sensualidad de la violencia física nos vence. En un sueño nos inquieta la intromisión de lo cotidiano en lo anormal. La luz natural es invasiva y los movimientos son etéreos, liberados de la gravedad pero atrapados en un grado de fatalidad que sólo intuimos. Un sueño es un descenso en espiral en el curso del cual se desprenden imágenes que son llaves, sensaciones que son cuchillos.

Y un sueño es siempre lógico. Es más: es la lógica llevada al paroxismo, a su propio límite, allí donde se halla en su máxima pureza y está a punto de explotar y transfigurarse, a punto de perder su nombre. En esa línea se encuentra con la poesía y por eso, el sueño y la poesía son tan extrañamente vulnerables a la vez que eternos: habitan en una frontera desde que la que por un lado se observa el convulso abismo de lo cotidiano y por otro el tranquilo océano de lo irreal.
Talibán
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