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Voto de Tombol:
2
6,9
10.439
Drama
Pese a no ser capaz de recuperarse de un drama personal, Yusuke Kafuku, actor y director de teatro, acepta montar la obra "Tío Vania" en un festival de Hiroshima. Allí, conoce a Misaki, una joven reservada que le han asignado como chófer. A medida que pasan los trayectos, la sinceridad creciente de sus conversaciones les obliga a enfrentarse a su pasado. (FILMAFFINITY)
11 de febrero de 2022
26 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los criterios que sigo para suspender a una película, se rigen, por orden de importancia, en los siguientes valores:
- Con un 1: Película adoctrinadora y tóxica
- Con un 2: Película adoctrinadora
- Con un 3: Película tóxica
- Con un 4: Película vacía
Por supuesto es una lista genérica, luego hay que considerar los niveles de cada aspecto, las intenciones observables, la oportunidad dañina, etc. Y mi parte subjetiva, cómo no, para determinar la importancia de cada uno.
Película adoctrinadora es película que te quiere colar los mensajes políticos y sociales procedentes de las instituciones estatales, los programas gubernamentales ideológicos, hoy más globalistas que nunca, claro está.
Película tóxica es aquella que te llena la mente de bazofia, que te emponzoña la mente por activa o por pasiva.
Película vacía es la que no cuenta nada, es encefalograma plano, es pretenciosa y por tanto falsa e inane de contenidos.
Pues bien, tengo que pasar al spoiler para hablar de "Drive my car": Un 1,7, me gustaron algunas imágenes de Japón.
- Con un 1: Película adoctrinadora y tóxica
- Con un 2: Película adoctrinadora
- Con un 3: Película tóxica
- Con un 4: Película vacía
Por supuesto es una lista genérica, luego hay que considerar los niveles de cada aspecto, las intenciones observables, la oportunidad dañina, etc. Y mi parte subjetiva, cómo no, para determinar la importancia de cada uno.
Película adoctrinadora es película que te quiere colar los mensajes políticos y sociales procedentes de las instituciones estatales, los programas gubernamentales ideológicos, hoy más globalistas que nunca, claro está.
Película tóxica es aquella que te llena la mente de bazofia, que te emponzoña la mente por activa o por pasiva.
Película vacía es la que no cuenta nada, es encefalograma plano, es pretenciosa y por tanto falsa e inane de contenidos.
Pues bien, tengo que pasar al spoiler para hablar de "Drive my car": Un 1,7, me gustaron algunas imágenes de Japón.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Cerca del final, andaba pensando: "Va a ser difícil hacer una crítica de esta cinta".
Pero las escenas finales me confirmaron una serie de observaciones que me había ido negando a mi mismo, porque no me parecía que fuera posible el análisis que me venía apremiando.
La escena final, el epílogo, es clave: La taxista, con el barbijo embozado hasta las pestañas, llenando el carrito del super, se queda con el vehículo de su empleador (que se lo regala seguramente), feliz, la leve sonrisa le delata (la que no tiene en toda la cinta)con el perro también, toda la historia ha terminado bien, "la nueva normalidad" para todos, la nueva normalidad ya es un hecho, es el futuro ya aquí, no hay más que pensar.
Pero ese final, tan burdo, es el que me sirvió para desentrañar toda la trampa de las 3 horas, seguramente llegas al final de los 180 minutos y tu mente está suficientemente aturdida para que te tragues ese funesto epílogo, sin que puedas reaccionar, con los brazos bajados, con el intelecto entontecido...
Sí, antes, podemos ver un ejercicio fílmico muy interesante: Cadencia hipnótica (efecto road movie), fotografía preciosista, interpretaciones "contenidas", filosofías "das profundis", emociones sutiles e "intelligens", complejidad y originalidad de una historia "sorprendente... y por supuesto, "transcendencia" de texto teatral sobre la vida. Todo lo que necesitas para salir pensando: "¡Qué grande es el cine!".
En efecto, no tengo ni puñetera idea de cine. "¿Pero hombre, no ves nada bueno?" Si claro, lo acabo de exponer. Es algo así como una píldora que te embriaga, te anestesia, te somete al rigor del buenismo más excelso. La veo sobre todo prescriptible para los más eruditos, los gafapastas de postín, los agradecidos de la modernidad.
Qué sí, que se puede vivir "Drive my car" como producto agradable, humano, sensible... y lo que se quiera, pero todo ello sin hacer un análisis que trate de comprender todo el conjunto.
Voy a sus contenidos:
- Las actuaciones son planas, intencionadamente. Al principio pensaba: "Dios mío, dónde está mi querido cine clásico japonés". Luego me di cuenta: Te están vendiendo un ser humano deshumanizado, pobre en virtudes, blando, "bueno". Sólo en el teatro puedes ver algo de emociones.
- Ningún personaje tiene sangre en las venas. Eso sí, el sexo tiene que ser central. Aunque sea un sexo que no se entiende.
- Te viene con epitafios tipo "saldremos del sufrimiento y reviviremos" o algo por el estilo. Eso es todo lo que te vas a llevar en el zurrón de una cinta pretendidamente profunda.
- Esas 3 horas... no justifican tener al espectador amordazado en la sala. Ni aunque todos los personajes sean cojonudamente maravillosos. Un trabajo perfectamente diseñado para la venta de sus objetivos: Normalizar los personajes sin rumbo en la vida, sin criterio alguno, sin entendederas, perdidos entre idiomas adulterados y espacios sin historia. Entregados a la deriva más nihilista.
- Comprobé pronto que "Drive my car" iba a por los Oscars: Si quieres optar a alguno, tu obra tiene que contar con colectivos de inclusión en sus personajes, argumento o lo que sea. Aunque dramáticamente quede muy bien el personaje de la muda, ya no puedo considerar su presencia como inocente.
- Si nos fijamos bien, toda la película sólo te aporta tristeza. Puede que una hermosa tristeza. Pero concluyo que es una tristeza desesperanzadora. Que sólo al final recupera algo de tono: Ella, sola, en su coche, con sus compras.
- En el mundo que se nos viene ya se normaliza lo otrora inconcebible: El derrame cerebral de una persona joven, el matar a otro porque te hagan una foto,... aunque no tiene que ver, también me llamó la atención que a los japoneses les interesara "Tío Vanía"; bueno, eso lo dejo ahí.
En resumen, obra pretenciosa, de lirismo engañoso, de precisión japonesa, de mensaje subliminal de primera calidad, como nunca pues está recubierto con el más lujoso envoltorio.
Pero las escenas finales me confirmaron una serie de observaciones que me había ido negando a mi mismo, porque no me parecía que fuera posible el análisis que me venía apremiando.
La escena final, el epílogo, es clave: La taxista, con el barbijo embozado hasta las pestañas, llenando el carrito del super, se queda con el vehículo de su empleador (que se lo regala seguramente), feliz, la leve sonrisa le delata (la que no tiene en toda la cinta)con el perro también, toda la historia ha terminado bien, "la nueva normalidad" para todos, la nueva normalidad ya es un hecho, es el futuro ya aquí, no hay más que pensar.
Pero ese final, tan burdo, es el que me sirvió para desentrañar toda la trampa de las 3 horas, seguramente llegas al final de los 180 minutos y tu mente está suficientemente aturdida para que te tragues ese funesto epílogo, sin que puedas reaccionar, con los brazos bajados, con el intelecto entontecido...
Sí, antes, podemos ver un ejercicio fílmico muy interesante: Cadencia hipnótica (efecto road movie), fotografía preciosista, interpretaciones "contenidas", filosofías "das profundis", emociones sutiles e "intelligens", complejidad y originalidad de una historia "sorprendente... y por supuesto, "transcendencia" de texto teatral sobre la vida. Todo lo que necesitas para salir pensando: "¡Qué grande es el cine!".
En efecto, no tengo ni puñetera idea de cine. "¿Pero hombre, no ves nada bueno?" Si claro, lo acabo de exponer. Es algo así como una píldora que te embriaga, te anestesia, te somete al rigor del buenismo más excelso. La veo sobre todo prescriptible para los más eruditos, los gafapastas de postín, los agradecidos de la modernidad.
Qué sí, que se puede vivir "Drive my car" como producto agradable, humano, sensible... y lo que se quiera, pero todo ello sin hacer un análisis que trate de comprender todo el conjunto.
Voy a sus contenidos:
- Las actuaciones son planas, intencionadamente. Al principio pensaba: "Dios mío, dónde está mi querido cine clásico japonés". Luego me di cuenta: Te están vendiendo un ser humano deshumanizado, pobre en virtudes, blando, "bueno". Sólo en el teatro puedes ver algo de emociones.
- Ningún personaje tiene sangre en las venas. Eso sí, el sexo tiene que ser central. Aunque sea un sexo que no se entiende.
- Te viene con epitafios tipo "saldremos del sufrimiento y reviviremos" o algo por el estilo. Eso es todo lo que te vas a llevar en el zurrón de una cinta pretendidamente profunda.
- Esas 3 horas... no justifican tener al espectador amordazado en la sala. Ni aunque todos los personajes sean cojonudamente maravillosos. Un trabajo perfectamente diseñado para la venta de sus objetivos: Normalizar los personajes sin rumbo en la vida, sin criterio alguno, sin entendederas, perdidos entre idiomas adulterados y espacios sin historia. Entregados a la deriva más nihilista.
- Comprobé pronto que "Drive my car" iba a por los Oscars: Si quieres optar a alguno, tu obra tiene que contar con colectivos de inclusión en sus personajes, argumento o lo que sea. Aunque dramáticamente quede muy bien el personaje de la muda, ya no puedo considerar su presencia como inocente.
- Si nos fijamos bien, toda la película sólo te aporta tristeza. Puede que una hermosa tristeza. Pero concluyo que es una tristeza desesperanzadora. Que sólo al final recupera algo de tono: Ella, sola, en su coche, con sus compras.
- En el mundo que se nos viene ya se normaliza lo otrora inconcebible: El derrame cerebral de una persona joven, el matar a otro porque te hagan una foto,... aunque no tiene que ver, también me llamó la atención que a los japoneses les interesara "Tío Vanía"; bueno, eso lo dejo ahí.
En resumen, obra pretenciosa, de lirismo engañoso, de precisión japonesa, de mensaje subliminal de primera calidad, como nunca pues está recubierto con el más lujoso envoltorio.