Ken Loach, el Homero moderno en estos tiempos tan confusos, volvió en 2019 con Sorry we missed you tras conquistar Cannes 2016 con Yo, Daniel Blake. Como no, junto con su guionista de referencia: Paul Laverty.

Loach no tiene mano izquierda, aunque parezca lo contrario. Sus héroes homéricos son seres atrapados en una telaraña invisible, cuyos hilos son prácticas habituales, leyes y miseria ajena. Caen en desgracia frente a tus ojos, y son tan cercanos y verosímiles que sientes que te podría pasar algo mínimamente parecido algún día. Nadie está a salvo en estos tiempos.

Sorry we missed you (2019) comienza con el padre de una familia obteniendo un empleo. Será repartidor en una empresa, la cuál solo le pagará comisiones y él tendrá que comprarse su propia furgoneta. Un falso autónomo. Él es el cabeza de familia de un grupo bastante entrañable. Su mujer, bastante cariñosa, trabaja como cuidadora a domicilio haciendo malabares con el transporte público cuidando a octogenarios abandonados por sus familias (durante toda la película no se ve a ninguno de ellos). Sus hijos, al ser menores, son una incógnita. El hijo mayor se dedica a pintar grafitis y a no ir a clase. La niña, es la pepita de oro de la familia que aunque aún no ha mostrado su potencial, todo apunta a que no le faltará. Sin embargo, hoy en día todo se hereda, parece sugerir Loach. No hay salida posible ya que ésta te lleva a un escenario igual.

Loach logra provocar una multitud de emociones en Sorry we missed you, y todas son diametralmente opuestas: te alegras en las pequeñas escenas donde puedes esbozar una sonrisa y sufres por los caminos que incorregible destino va llevando a la familia. No hay redención en la actualidad. Si te golpean debes poner la otra mejilla y seguir adelante. Ya que otro desgraciado te quitará tus migajas. La calidad del empleo en un mundo donde la competición es globalizada te esclaviza a una pantallita donde se mide tu productividad. Un infierno permitido en los modernos Estados del Bienestar.

“Sorry we missed you”, que significa algo así como “perdón, te perdimos”, es lo que pone el papelito que tiene que rellenar el padre cuando el beneficiario de algún paquete no se encontraba en su domicilio a modo de disculpa. También podría ser la flagrante ausencia de justicia de la sociedad ante un individuo que solo busca progresar mínimamente con su modesta familia. O ante un padre y un desliz con alguno de sus hijos. O ante tu olvido para con tus mayores. O ante un trato vejatorio de tu jefe…O ante…O ante…la variedad de tragedias cotidianas es tan abrumadora que Loach, si la edad se lo permite, podrá crear su propio Olimpo retratando un mundo tan mejorable como crudo, lleno de antihéroes esperando en la parada del bus.

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