Soberbia y aún no superada adaptación de la magnífica novela de aventuras de Robert L. Stevenson.
Dirigida por Victor Fleming, es una película que capta profundamente el espíritu de la novela, sumergiéndonos en la odisea de un muchacho que vivirá emocionantes aventuras en la búsqueda de un tesoro, mientras va descubriendo de paso, el valor de la amistad, el honor, la traición y la crueldad, al tiempo que se ve obligado a decidir entre terribles dilemas morales, honor o lealtad, amistad u honradez, el camino que tomará en su vida.
Con grandes intérpretes y una estética deliciosa ( esos piratas crueles, ajados, harapientos y alcoholizados), que se convertirían en el prototipo de todos los piratas que vendrían después, una gran fotografía e inolvidable música, lo que para mí destaca por encima de todo en esta historia y es lo que la hace inmortal, es la maravillosa amistad que surge entre Jim, el muchacho y el inescrupuloso y terrible Long John Silver.
Una historia que plantea un dilema moral, que da cuerpo y vertebra toda la obra y se constituye en la gran diferencia que distingue a esta obra de todas las demás.
Aventuras, emociones, suspense, humor... Esta película de 1934, todavía conserva la capacidad de emocionarnos, haciendo que nos identifiquemos con ese niño que una vez fuimos, nos enfrentemos a terribles piratas, encontremos un tesoro y sobre todo, podamos elegir la amistad sin menoscabo de nuestra integridad.
Una de esas películas que ya no se hacen...No sé en qué hemos salido ganando con el cambio, la verdad.