Una cuidada producción, aunque no muy fiel, de la famosa obra de Oscar Wilde que se disfruta con agrado aunque yo no he podido evitar echar de menos un tratamiento más ligero, frívolo o satírico de la sociedad que retrata que, me parece, se hubiera prestado mucho más a resaltar las incisivas frases mordientes del gran escritor que, al fin y al cabo, es lo que buscamos los que nos acercamos a sus adaptaciones y que aquí adopta un aire más serio y dramático de lo que me gustaría y que esta obra en concreto, también posee.
Con algunas actuaciones remarcables y otras, no tanto, hay que aplaudir a Madeleine Carroll que compone una Mrs Erlynne bastante buena pero siento tener que decir que los demás, incluido Sanders, no me han parecido destacables en sus personajes, demasiado serios para mi gusto, a excepción de Martita Hunt que compone una duquesa realmente digna y merecedora de la mordacidad del genio irlandés.
Por otra parte, a mi juicio, el añadido ese de situar la presentación y el epílogo en el momento presente a la fecha de la película, no le aporta absolutamente nada a la cinta como no sea un afán de subrayar más todavía el aspecto dramático del film.
En esta historia no ríes (yo, al menos, no lo he hecho) y eso es imperdonable. Preminger ha borrado la comedia y sólo ha dejado el drama, muy elegante y de altos vuelos pero drama al fin y al cabo.
No puedo dejar de preguntarme qué tratamiento hubieran otorgado los británicos de su época a este film o qué habrían hecho directores como Lubitsch, que ya se hizo cargo de una adaptación estupenda muda de esta misma obra.
A esta película repleta de la irónicas letras de Oscar Wilde le falta, precisamente, ironía en su tratamiento visual. Por lo demás, bonita de ver y bien cuidada.