Una de las grandes películas de aventuras de los 50, década por excelencia de este gran género.
De la mano de Burt Lancaster y Nick Cravat, cuya experiencia como acróbatas de circo nos garantiza un montón de bonitas escenas de acción sin trampa ni cartón, Robert Siodmak nos ofrece una de piratas al más puro estilo clásico, narradas en tono jocoso y festivo, con mucho ritmo y vigor, con escenas coreografiadas llenas de encanto, batallas inofensivas y peleas escenificadas en tono humorístico que hacen las delicias del que quiera pasar un buen rato con estos héroes del mar, éticos y solidarios en las turbulentas costas del Caribe, a finales del siglo XVIII.
Que nadie espere realismo, Dios nos libre, en esta película dirigida al público juvenil, cuando los efectos especiales estaban en pañales y todo el espectáculo descansaba en un guion soberbio, buena música, buena fotografía, buena ambientación y unas actuaciones excelentes de la mano de estos artistas cuyas habilidades iban más allá de actuar ante la cámara y aunaban circo y cine, para solaz y diversión del público joven.
Aventuras inofensivas pues, pero grandiosas. Una de las grandes del género. A disfrutar.
Aquí no existía la realidad virtual con la que ahora resuelven todas las escenas en películas de estas características. Y eso es algo que yo, personalmente, agradezco mucho. Me parecen más realistas dentro de su fantasía. Y con más mérito además.