No es éste uno de mis musicales favoritos y, sin embargo, sí considero que es uno de los ineludibles para todo amante del género.
Primero porque está firmado por Minnelli, un auténtico artista en el sentido estético, capaz de dotar de auténtica magia y llenar de irrealidad lo real, haciendo que el musical, el único género de cine que admite esa transmutación a la fantasía sin perder de vista la cotidianidad, se torne en una, extraña pero maravillosa, mezcla de realidad y fantasía.
Y así, en esta película basada en recuerdos de la infancia de Sally Benson, la escritora nos va a presentar a una familia burguesa de San Louis, Missouri, de principios del siglo XX, y a través de cuatro episodios divididos por las estaciones, nos contará las aparentes tribulaciones de esta familia compuesta por un matrimonio, un abuelo y cuatro hijas.
Aunque, aparentemente, la película está repleta de azúcar y visualmente, parezca esas ilustraciones de los cuentos de aquella época, ( la mansión victoriana en la que viven es exactamente igual que las réplicas de las casas de juguetes, por no hablar del imposible vestuario o los objetos y decorados de la vivienda o las calles), la utilización del color es soberbia, Minnelli era un genio en eso, la anodina trama principal, no oculta muchos detalles inquietantes que perturban la armonía de esta familia feliz.
Hay que aplaudir la interpretación de la niña Margaret O´Brien. Su peculiar personaje, bastante escabroso a pesar de su dulzura, se lleva el gato al agua protagonizando algunas de las escenas más interesantes del film. También el abuelo resulta un personaje muy simpático.
Pero por lo demás, bajo mi punto de vista, esta película se queda algo coja.
Vaya por delante que tiene números musicales muy hermosos. Judy cantaba maravillosamente y su melodiosa voz resuena en algunas canciones que quedarán para siempre en el recuerdo.
Pero yo me he quedado con las ganas.
Puedo admitir que haya musicales con argumento simple, como ésta, si a cambio me ofrecen un gran espectáculo coreografíado, buenos bailes, bailarines, no sé..., más explosión. Puestos a salirse del tiesto como en este film, vamos a salirnos del todo, ¿no?.
Pero aquí no es así. Tenemos algunas canciones melodiosas de Judi ( muy buenas, lo admito), un número muy simpático de un baile muy bien ejecutado y, quizás, la escena del tranvía. Y aunque reconozco que se me hizo un nudo en la garganta oírle cantar " Have Yourself A Merry Little Christmas", me ha sabido a poco. O una de dos, o me das una película con un argumento más elaborado, o me das un espectáculo más grandioso. Y, para mí, ésta se queda en el medio de las dos.
Pero es igual. Seguiré prefiriendo " Brigadoon" o " Gigi" o " Un americano en París", pero en modo alguno creo que haya que desechar esta película. Al contrario. Tiene cualidades suficientes para gozarla intensamente a pesar de lo arriba mencionado.