Ashley Pearce recupera para la televisión el inmortal personaje creado de la pluma de Georges Simenon, el inspector Maigret.
Protagonista de por lo menos 76 novelas, Simenon ha sido llevado al cine y la televisión en varias ocasiones.
Jean Renoir lo escenificó, así como el gran actor francés Jean Gabin interpretó al personaje en varias ocasiones. También se han hecho series y múltiples adaptaciones.
En el caso que nos ocupa, el encargado de dar vida a este sencillo y melancólico personaje, es ni más ni menos que Rowan Atkinson, nuestro Mr Bean, que aquí cambia totalmente de registro para ofrecernos un retrato de este policía serio, compasivo, perspicaz y un tanto melancólico.
He de decir que Atkinson aprueba con nota este giro de sus registros interpretativos. Durante los primeros minutos, cuesta desligar en nuestra imaginación ese rostro tan característico de las muecas y expresiones a los que estamos acostumbrados pero pronto, su mirada aguda y triste, nos hace olvidarnos del cómico, para aceptar de lleno a este inexpresivo personaje cuyos casos, se resuelven siempre desde el conocimiento de la mente y las circunstancias del criminal y en el que las pistas o las piruetas del caso, resultan muchas veces innecesarias.
Esta adaptación para la televisión resulta digna aunque no termina de captar bien el espíritu de la obra literaria de Simenon. La ambientación del barrio de Montmatre donde un asesino ha matado ya a cuatro mujeres, está muy lograda.
Maigret se siente impotente porque todo París está aterrorizado y las presiones de la prensa están poniendo en entredicho su capacidad para resolver el caso. Si no encuentra pronto las motivaciones del asesino, será relevado del cargo.
Resulta un film entretenido, aunque los aspectos psicológicos tan importantes en la resolución de los crímenes, se muestran un poco burdos y cogidos por los pelos, además de resultar excesivamente melodramáticos. A pesar de ser una historia interesante, no le hace justicia al gran detective salido de la pluma de Simenon.