Apenas vi la sinopsis me dieron enormes ganas de ver la película. Ya desde el principio (final) recordé una anécdota contada por el personaje Gog de Giovanni Papini, en donde se habla de que la historia de un hombre debería de contarse empezando por el día de su muerte hasta llegar al nacimiento. En verdad me pareció una genialidad la forma en que Oldrich Lispský logra que las piezas encajen a la perfección entre imagen y diálogos, todo un portento del cine. Yo diría que es imposible no maravillarse con experimentos como estos, por más cinéfilo que alguien se jacte de ser algún mutis de reverencia tendrá al mirar los fotogramas desfilar a la inversa sin ningún atisbo de pretensión. Es curioso el mundo del cine; una historia que en apariencia es de los más sencilla y normal, adquiere un tono de obra maestra por el detalle de alterar el orden de la estructura: El final feliz, la yuxtaposición de la vida y la muerte.