Es difícil ver “Lucía y el Sexo” como una obra maestra del cine contemporáneo, los aduladores de Medem no ven que su intención de transgredir no suple sus carencias técnicas. De hecho, las escenas cuyo escenario es la vivienda conyugal podrían pertenecer a cualquier film de prácticas universitario (la iluminación es lúgubre, y los planos en demasía predecibles).

Dicho esto, al César lo que es del César. “Lucía y el sexo” es un film entretenido, de argumento difícilmente antes visto, y con un carácter transgresor que se agradece. Pero también es un film no tan natural como algunos critican, en el que los personajes que aparecen (salvo quizás Elena Anaya) no sobrepasan la natural sexualidad del cine español.
No hay sexo sin significado, ni lo hay fuera de lugar. Tan sólo hay que ver lo sencillo de la situación y asimilar sus consecuencias.

Por su trascendencia en el cine español, resulta aconsejable, aunque no vaya a maravillar a la mayoría.