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Voto de Chris Jiménez:
8
Intriga. Thriller. Cine negro Una joven muda (McGuire) trabaja en una gran mansión como criada de una anciana enferma. Cuando un asesino en serie empieza a aterrorizar al vecindario, la señora se preocupa por la seguridad de su bella sirvienta. De este film de suspense se dijo que Hitchcock no lo hubiera hecho mejor. (FILMAFFINITY)
30 de enero de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La escalera desciende oscilante y se enrosca en la mansión, apretándola como dedos alrededor de un cuello, impidiendo el oxígeno y ocultando el fondo entre sombras perpetuas.
Ni tan solo un grito ahogado, sólo el débil resplandor de una vela y un ojo observando desde algún rincón apartado y oscuro...

Tras quedar muy disgustado con el final de "The Strange Affair of Uncle Harry", vilmente manipulado por los señores de Universal bajo la imposición del código de censura, Robert Siodmak participa en un "loan-out" con RKO para una cara producción donde pudiera volver a demostrar su gran talento como maestro de cine negro. Originalmente David Selznick posee los derechos de "Some must Watch", una de las obras imprescindibles de la carrera de Ethel White, pero necesita dinero para financiar su deseada "Duelo al Sol", así que la autoría pronto cambia de manos...
Y al más puro estilo Charles Bennett, Mel Dinelli adapta en el que es su primer guión, el relato a su parecer, publicado más de una década antes. No se puede decir si estos cambios, bajo supervisión de Isadore Schary, influyen en el resultado final; de la Inglaterra original la acción se muda a Vermont, sin embargo el ubicarla a comienzos de siglo ayuda a preservar ese toque victoriano y gótico tan propio de la literatura de la nativa de Gales, reforzándolo en su aspecto visual la imagen de esa escalera que en plano cenital abre los créditos y da título al film, girando hacia las tripas de una mansión en tinieblas. La atmósfera se establece desde el primer momento.

Los primeros minutos de "La Escalera de Caracol" encajan en una genuina película de terror de savia europea, y ello lo aporta la presencia de Siodmak, quien además realiza un bello homenaje al propio cine de principios de siglo con "The Sands of Dee" (elección significativa de una historia donde la apariencia oculta una terrible verdad). En otro cuarto una joven se desnuda, pero la cámara no abandona la estancia, sino que opta por deslizarse al fondo de un ropero de donde brota un inquietante ojo; Hitchcock moriría por firmar esta magistral secuencia donde el primerísimo primer plano atraviesa el iris de este globo ocular y se precipita al otro lado, forzándonos a ocupar el lugar de un muy posible asesino.
Así se adelanta el director en catorce años al ojo que espiaba a Marion en "Psicosis". Pura forma del expresionismo en un instante voyeur enfermizo; lo restante es simplemente imaginar y esperar a una próxima vez, pero por desgracia esto tardará en suceder. No nos quedamos junto a investigadores ni detectives, porque esto no es un policíaco propiamente dicho; nos vamos de allí acompañando a Helen, quien, por obra y gracia de Dinelli, ahora es muda (lanzando al aire un atractivo perfil para el criminal: sus víctimas son mujeres afectadas por alguna discapacidad, ausente en el libro).

Selznick quería a Ingrid Bergman, pero la recién iniciada en la industria Dorothy McGuire pronto captura nuestra simpatía, y se sufre al ver su figura frágil e inocente sumergiéndose en ese tenebroso entorno modelado por Albert D'Agostino y Nicholas Musuraca: la naturaleza rabiosa en el exterior, las sombras invasivas en el interior. White, de no haber fallecido sólo dos años antes, habría disfrutado sus ambientes góticos plasmados con tanto esmero en pantalla; la silueta del homicida acechando entre los árboles del jardín, descritos por aquélla como seres vivientes, figura un monstruo y presagia en dos décadas la figura del asesino del "giallo" (la influencia para Bava es apreciable)
Dentro se respira el aire denso y trágico de Du Maurier y es fiel al espíritu del libro. Un círculo de secundarios ayudan a mantenerlo, desde las amargas y mordaces criadas a la anciana señora Warren, postrada en su cama y sospechando en todo momento, para terminar atrayendo nuestra atención el hermano del dueño Albert, un personaje descarado y mujeriego, llegado del extranjero. La permanencia en este lugar nos vicia poco a poco los pulmones con su angustia, y Siodmak aprovecha todos esos elementos formales para configurar una atmósfera gélida, de rencor, odio y tensión.

Y aun habitando y revolviendo las entretelas de este extraño núcleo familiar cual melodrama de época, el asesino nunca se olvida pues sabemos que está dentro, así la sensación de muerte planea en todo momento sobre la cabeza de las tres féminas: esa inquietante y magistral Ethel Barrymore, postrada, siempre vaticinando el desastre, la sensual Rhonda Flemming como Blanche y su contraparte Helen. Mientras la amenaza de ser observadas persiste (y se nos hace saber a base de travellings que surcan los rincones como una presencia fantasmal), es admirable la habilidad de Dinelli al guión.
El drama psicológico que pesa sobre la última al estilo de "The House of dr. Edwardes" (hecha "Recuerda" por Hitchcock) y las cada vez menos infundadas sospechas sobre la verdadera identidad de Steven, tal cual sucedía en "La Sombra de una Duda"...todo misterio, fatalidad inesperada. Siodmak tiene esta vez el control del montaje final y libera la tensión, el horror acumulado, en un último tramo donde perder un segundo de metraje es perder las más viscerales sensaciones frente al suspense; el error de un romance inútil (el de Helen y Parry) y una confesión (totalmente innecesaria, un cliché a evitar) se compensa con un castigo ejemplar al son de "¡Asesino!" que nos golpea con violencia en el centro del estómago.

Una de las mejor elaboradas rectas finales que se han realizado en un "thriller" de la época, y que Hitchcock también moriría por firmar; algo de la tragedia "shakespeariana" que inspiró la literatura de White, simbolizada en esos feroces árboles del exterior tan bien descritos por Barrymore, queda impregnada en las poderosas imágenes de Musuraca.
El grito rompe con los muros del silencio y la violencia femenina se cobra su venganza. Con este logro del género, el alemán está preparado para dar el salto definitivo en Hollywood: "Forajidos".
Chris Jiménez
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