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Voto de Chris Jiménez:
4
Thriller. Drama Un joven miembro del FBI, recién casado, es enviado a un pueblo de montaña de los Apalaches en el estado de Kentucky. Allí inicia una relación con una joven de la zona, quien se convierte en su principal informante. Ella además verá en él un medio para intentar escapar de su vida. (FILMAFFINITY)
7 de mayo de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alrededor de los accidentados bordes montañosos que se extienden hasta la frontera del Oeste de Virginia, la voz de una mujer clama para ser escuchada: ronca, rabiosa y visceral.
La voz procede de los rincones del bosque, la de Susan Smith. Y por fin la oímos a través de la pantalla.

No se puede decir que haya sido un proceso sencillo, sino más bien todo lo contrario. "Bajo Sospecha" empezó su producción, totalmente independiente, en las mismas áreas donde sucedió el caso real que la inspiró, y tras finalizar en 2.017 una distribución completamente incomprensible (su primer estreno oficial tuvo lugar en el Oriente Medio debido a la nacionalidad de algunos productores asociados) y limitada, se unió a la crisis mundial del coronavirus. Al final ni generó entusiasmo ni curiosidad. Pero de primeras el competente Phillip Noyce, bien acomodado al universo televisivo estos últimos años, expresó mucho entusiasmo con tal proyecto.
La razón era poder recrear, sin intromisiones de grandes estudios, el homicidio de la nombrada Susan por parte del detective del F.B.I. Mark Putnam en la Kentucky de finales de los '80, un turbio y escandaloso suceso recogido por Joe Sharkey, autor de casos criminales auténticos y periodista del New York Times. Es admirable cómo el australiano, desde las alturas, logra transmitirnos la esencia de ese lugar específico de la comunidad norteamericana sureña, ya en los primeros minutos, a través de una fotografía que parece captar siempre la luz de las primeras horas de la mañana...

Elliot Davis consigue esta atmósfera de melancolía y dura nostalgia, el que pulula sobre las callejuelas de esa Pikeville que pareciese un remoto lugar aislado del resto del país, cuyos pulmones están ahogados por la corrupción, el vicio, la violencia y la droga. El paraíso de la peor "white trash" existente. Pero hay un problema para que podamos integrarnos en él: la misma protagonista...cosa inaudita, pero así es; en una decisión nada acertada, Susan, al estilo de "Sunset Boulevard", nos narra su trágica desventura desde el Más Allá, y para colmo lo hace con un tono socarrón, perversamente cómico.
Escollo insalvable, pues esta voz, desde el futuro, no sólo desvela cada uno de sus propios pasos en el desarrollo de los hechos, sino que se cree en poder de desvelar los de los demás personajes, arrebatándoles así su voluntad y visión subjetiva. Así es como entra Putnam en la trama tras haber aparecido esa Susan física a quien encarna Emilia Clarke; y pese a sus enormes esfuerzos por obtener el papel, con intención de desmarcarse aún más de su ya legendaria Daenerys y probar nuevos registros dramáticos, investigar la historia de Susan e interiorizarla, yo ignoro la razón de los productores de escoger a una señorita de Oxfordshire para interpretar a una paleta de pura cepa del Sur de EE.UU..

Porque nativas de Kentucky hay muchas y habrían encajado mejor (de Ashley Eckstein y Sarah Wright a Chrishell Stause, ¡e incluso tenemos a Jennifer Lawrence!), pero nos tragamos así al personaje. Por otro lado Chris Gerolmo (quien desde luego hizo mejor su trabajo en "Arde, Mississippi") simplifica en extremo el muy documentado y preciso trabajo de Sharkey, admitiendo después que, de haber sido fiel el libreto a su novela, "la duración superaría las 10 horas". Noyce hace confluir a Susan y Putnam en ese ambiente de miseria humana y decadencia total, y, como artesano de oficio que es, domina la tensión sobre una serie de atracos en la ciudad que se convierten en el disparador las intrigas, bien cohesionadas.
Todo ello gracias al carácter corrupto e inmoral de los personajes. Pero esto sucede hasta cierto punto. No ayuda en absoluto esa narración cochambrosa que resta misterio, tanto argumental como psicológico; y de repente el peso del reparto y la trama se diluye, nacen otras subtramas que serán despachadas con mucha rapidez (hubiese merecido más importancia el caso de Denver Rhodes) y los secundarios, bien presentados al principio (ese ruin ex-marido, esa esposa ingenua, Kathy, cuyo papel no se sabe muy bien cual es) parecen un mero apoyo de la protagonista, orgullosa de llevar la voz cantante. ¿Pero es esta la voz de Susan?

¿La de, tal y como la ven Clarke y Noyce, esta chiflada que, o por el trastorno de las drogas, o por su propia psicopatía, se empeña en destruir el núcleo de los Putnam, no sólo acechando a Kathy, sino infiltrándose en su propia casa cual parásito y olvidándose de sus propios hijos? Es tal el grado de bajeza, idiotez y patetismo al que llega la autodestructiva e inestable fémina que están justificados todos los golpes que le caigan y no provoca la más mínima lástima; su ahínco por sobrevivir a cualquier precio y su pasión incontrolable podrían haber sido representados con un poco más de dignidad (prosigo en Zona Spoiler).
La drogadicción no sale del cliché y los momentos de sexo, habida cuenta de la escenificación brutal de la violencia callejera y doméstica, están filmados de una insultantemente pulcra y elegante forma, al estilo del Hollywood más típico y mojigato, y queda el rastro de un efecto televisivo mediocre. Cuánto bien habría hecho al resultado de estar tras la cámara Craig Brewer, Ferrara, Cronenberg o los Coen, porque el de Australia se esfuerza en manejar este caótico guión y cae en todos los agujeros. No es de extrañar la decepción general por sus fans y los de Clarke; la verdad es que tocó mejor las teclas del género en su clásica "Calma Total".

Lo mejor: Knoxville (brutal, magistral y desaprovechado) y la confesión real como colofón.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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