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Voto de Chris Jiménez:
7
Terror. Comedia Seymour Krelboin (Jonathan Haze), un joven dependiente de una floristería, está enamorado de su compañera Audrie (Jackie Joseph), pero ella sale con un sádico dentista. Un día, justo después de un extraño eclipse, compra una extraña planta, a la que bautiza como Audrie II. La planta crece rápidamente, gracias a que Seymour le proporciona el alimento que necesita, y se convierte en un ejemplar espectacular, una verdadera atracción para la ciudad. (FILMAFFINITY) [+]
29 de mayo de 2023
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En lo profundo de un distrito bullicioso se encuentra un lugar recóndito cuya puerta conduce al más pavoroso de los terrores...o a la más alocada de las amenazas.
Ahí está para invitarnos a pasar el sr. Roger Corman, con una sonrisa de oreja a oreja. ¡Admiremos un rato a Audrey!

Conociendo a éste, de haberse dedicado a la floristería, seguro que no habría dudado en crear una abominable planta para salvar su negocio, aunque ello implicase alguna que otra muerte necesaria; lo más importante es el beneficio a corto plazo. Otro objeto de estudio para cineastas, "La Pequeña Tienda de los Horrores" desafiaría toda logística actual; antes de cambiar las leyes de producción y distribución en 1.960 y después de la no muy buena respuesta de "Un Cubo de Sangre", se unen dos hechos casuales: al director se le permite utilizar un poco más los decorados de esa película y a su guionista Charles Griffith se le ocurre escribir otra comedia.
La tormenta de ideas, aunque el primero considera muy difícil tener éxito en el género, termina con una historia ocupada por una planta que devora personas. Los posteriores ensayos y la rápida filmación interior y exterior aseguró poco menos de tres semanas de una producción completa hasta que su nuevo desafío estaba listo para llevarse al público; desde el mismo inicio se huele a caricatura, y en efecto, la narración que provee un detective acerca de un misterioso caso en el barrio de Skid Row parodia las series policíacas de la época. Pero esto es sólo el comienzo de una de las más locas sátiras que se han realizado...

El esquema no se aleja del de "Un Cubo de Sangre": un camarero por un ayudante de floristería, los dos iguales de patéticos y torpes. Aquí John Haze en un remedo pobretón de Jerry Lewis, quien junto con un jefe adusto y una chica complaciente (antes Anthony Carbone y Barboura Morris, ahora Mel Welles y Jacqueline Joseph) conforman el trío protagonista de esta "sitcom" de barrio por cuya tienda pasan algunos individuos chiflados, todos ellos cruzando unos ágiles diálogos cargados de feroz sarcasmo. Corman y Griffith escupen sobre la comedia "slapstick" y la farsa creando algo audaz y delirante.
Dentro y fuera, pues la trama se nutre de las apariciones de seres indignos, insoportables y enfermos que son producto de la retorcida ridiculización que hace el guión de ciertos estereotipos sociales y ficticios, desde esa anciana siempre de luto al dentista sádico, pasando por las chicas tontas y fáciles, ese paciente también sadomasoquista (un joven Jack Nicholson en una actuación pasadísima de vueltas), la madre posesiva y alcohólica que cree estar siempre enferma o el bueno de Dick Miller como el paroxismo de la obsesión vegetariana. Aunque es Welles, encarnando a ese judío cínico que sólo piensa en los beneficios, quien se lleva las mejores frases.

Es necesario, por tanto, un remedio para poner fin a tal miserable sociedad. Llega casi como un virus donde la violencia es la solución, esa planta carnívora que el idiota de Seymour está cultivando, heredera de la orquídea asesina del relato de Arthur Clarke publicado poco antes, que quizás inspiró a Griffith ("The Reluctant Orchid"), una fuerza extraña de confines remotos, tal vez con un oscuro propósito concreto (las semillas, recordemos, se las dio un japonés al protagonista; ¿una venganza contra la sociedad norteamericana por perder la guerra?).
Se abre la brecha a una irrealidad macabra cuando es sangre lo que pide, literalmente, la dichosa planta. Corman traspasa así el umbral del mal gusto gracias al disparatado tratamiento del horror que hace el guión; los instantes en que el protagonista desciende a lo más ruin convirtiéndose en asesino por accidente (igual que el camarero de "Un Cubo...") provocan una náusea incómoda, más aún porque el director se recrea en esa violencia grotesca que tanto le gusta. Provocativo y enfermizo entretenimiento donde se destapa lo peor de la condición humana: como el comercio de Mushnick prospera no se desea informar a la policía de los crímenes cometidos...

¿Pero algunos crímenes no resultan justificados? Ese ladrón malencarado (el propio Griffith) o el maldito dentista, que sólo son parásitos sociales, insectos que no importa devorar, ¡así que vaya doble moral que nos plantea aquí el sr. Corman! A esta mala sombra que pulula por encima de las cabezas de todos se une la estupidez general mientras el narrador se persona en el escenario dejando en el fango a los eficaces policías al estilo "Dragnet" o "M. Squad". La comedia negra de toques Ealing tergiversa todos los géneros y los lleva a sus viscosos reversos: el terror de monstruos, el cine negro, la farsa, el romance...nada escapa a la sátira brutal del cineasta y el guionista.
Y esto pese a que ciertos episodios, dado el ínfimo tiempo de producción como para pararse a sopesar detalles, no se presentan muy elaborados y a veces se pasan de tediosos y ridículos (los encuentros amorosos entre Audrey y Seymour, las escenas de éste con su repulsiva madre, los repetitivos "gags" de caídas y tropiezos o la larguísima secuencia del protagonista y la prostituta rubia en la calle, la cual no ve el momento de acabar y provoca cierta náusea...), del mismo modo que esa peregrina resolución de Griffith para descubrir a Seymour y la planta, y el atropellado clímax.

A pesar de sus evidentes errores y personajes malogrados, la audacia del nativo de Michigan para esta desviación cómica de lo terrorífico adelantándose a muchos cultivadores del mismo tipo de humor, unido a su eficiencia para despachar toda una producción en unas semanas, no puede sino colocar a su "Pequeña Tienda de los Horrores" en un estante privilegiado del mejor cine de culto estadounidense de todos los tiempos, lo que terminaría consiguiendo gracias a las dobles sesiones y los pases televisivos.
Y debo insistir en que Welles hace aquí el papel de su vida...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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