Conan vuelve con el mismo arrojo, pero acompañado de un componente gracioso que nadie pedía, una aventura con mucha más magia, pero que ha envejecido calamitosamente, y con un ritmo apresurado en sus inicios y tedioso en su meridiano.
Es una película que cumple notoriamente con el arte de entretener, presentando un variopinto grupo de personajes y un conjunto de situaciones satisfactorias. Tal vez, pretendiendo más de lo que podía mascar, pero aún así plasmando el mundo del Cimmerio con ilusión y brujería. Es una lastima que las motivaciones del personaje fuesen tan banas para apuntarse a su gesta, ya que un trasfondo más llamativo hubiera desembocado en algo más contundente.
Sin embargo, como rey posado en su trono, Conan y sus aventuras son contadas en otras historias...
spoiler:
Odio profundamente al personaje de Malek, sobra en todas sus escenas.