La primera vez que la ví fue hace muchos años cuando yo era un tonto quinceañero que no entendía nada de la vida y no tenía aún el espíritu desarrollado. Cuando acabé de verla, (después de haber bostezado mil veces) mi madre que es una gran fan de esta película me preguntó entusiasmada: ¿ A que es preciosa, a que te ha gustado? y yo le contesté un NO rotundo que le sentó fatal a ella. Minutos después de discusión mi madre me dijo algo que no olvidaré: "CUANDO SEAS MAS MAYOR, Y HAYAS SUFRIDO MAS EN LA VIDA, Y CONOZCAS MEJOR EL AMOR, Y TE HAYAS DADO CUENTA DE QUE EN LA VIDA HAY MAS ESPINAS QUE ROSAS, TE GUSTARA ENTONCES". En efecto, han pasado doce años desde que mi madre me dijera esto, y HOY justamente decidí hace unas horas de darle una segunda oportunidad a "los puentes de Madison". Este filme es como la llama del fuego cuando la tocas: que al principio no te quema pero pasado unos segundos te va quemando más y más hasta atravesarte el hueso y convertirse en una quemadura de tercer grado. Poco a poco me fue calando en lo más profundo de mi alma, y me di cuenta de que el amor es algo más que un simple enamoramiento infantil o juvenil como los que nos tienen acostumbrados los "típicos norteamericanos" con rubitas tontas y apuestos (y tontos) galanes buenorros. Con la famosa escena del "coche y el semáforo" no me dió un subidón de tensión por poco (a parte de acabar con un paquete de pañuelos) . Y me he dado cuenta ahora definitivamente que Meryl Streep es la Katherine Hepburn de las últimas décadas, por su versatilidad y su CAMALEONICA forma de interpretar. UNA MARAVILLA DE FILME, que como ya he dicho en el título, al que no le guste es porque no tiene sangre en sus venas, sino horchata.