Siempre vuelve, el western. El género cinematográfico por antonomasia parece que no está de moda hasta que, de repente, aparecen títulos cada año que lo desmienten.

Tras Los Hermanos Sisters tenemos esta película en la que se luce ese actor que no pasa de moda, como el western, que es Tom Hanks, en un papel entre melancólico y vitalista, acompañado de una verdadera revelación, la niña Helena Zengel, magnífica en su papel de una cría arrebatada por los indios y criada por estos, en una especie de homenaje a Centauros del Desierto.

Sin la épica de la película del maestro Ford, Greengrass nos envuelve en los años posteriores a la Guerra de Secesión americana, con un antiguo capitán sudista que ha de reinventarse y va de pueblo en pueblo leyendo noticias a las gentes por unas monedas.

La integridad, los valores, incluso la bondad del personaje son a veces demasiado para el espectador, con ese tono dulzón que en ocasiones empalaga, tan típico de las producciones USA. Las aventuras y penalidades de la pareja protagonista en un territorio hostil son también abrumadoras, no obstante la película siempre interesa y es capaz de sostener la atención del espectador.

Es una película interesante, bien hecha, lo mínimo para estos tiempos convulsos. Supongo que si en vez de verla en una tableta la hubiera visionado en una sala oscura y cálida de cien, la cosa hubiera mejorado, no obstante, se ve con agrado.