Ópera prima de Victori y como tal cae en el intento frustrado de abarcar demasiados temas, de querer contar más de lo preciso, de explicar en exceso y, sobre todo, de invadir dos géneros clásicos como el suspense y el terror. Tan difícil misión requiere mucha maestría y el director nos muestra un amplio repertorio de habilidades técnicas, una elegancia innata que hay que valorar a lo hora de elegir encuadres, de rodar. Se apoya en una Belén Rueda de peinado imposible que está muy cómoda en su papel de "reina del grito" española, muy solvente y segura. También está en su papel un Grandinetti al que el papel se le queda pequeño y le sobran talento y tablas para solventarlo sin mayores problemas. Buenos secundarios, el reparto solo cojea con una Mireia Oriol inexpresiva e insulsa. La historia tiene un muy buen arranque pero se derrumba cuando aparece la explicación y surge la "araña albina" como tal: no creo que haya espectador alguno que entre al trapo con semejante historia. Ese es el problema de una película bien realizada y bien interpretada, su ausencia de criterio lógico para sostener un buen suspense y un pésimo terror.