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Voto de Luis Guillermo Cardona:
7
Comedia La acción se sitúa en Casablanca, poco después de la Segunda Guerra Mundial. El gerente del Gran Hotel ha muerto en extrañas circunstancias. Para ocupar la vacante que deja, es contratado Ronald Kornblow, que abandona de inmediato la posada que dirige en un oasis. Tras su llegada Ronald entra en contacto con Corbaccio, un extraño sujeto que se dedica a estafar turistas a través de su Compañía de Camellos Amarillos. (FILMAFFINITY)
18 de febrero de 2013
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante la Segunda Guerra Mundial, un piloto francés fue obligado por los nazis a transportar un tesoro (joyas, lingotes de oro y valiosas pinturas) hacia algún lugar de América del Sur. Durante el viaje, el piloto hizo escala en Casablanca donde fue interrogado y detenido… y el tesoro desapareció. Se sospecha ahora, que puede estar escondido en el hotel Casablanca, pues los nazis están tan interesados en hacerse con él, que ya han eliminado a los últimos tres gerentes. Pero la vida sigue y alguien más acepta tomar el cargo que los otros han dejado saliendo en una funeraria. Se llama Ronald Kornblow (¡Groucho Marx!) y por supuesto contará con dos ayudantes, Tony y Rusty (ya saben ustedes quienes son), para que lo vean salir en ataúd… o para resolver junto a ellos el ya largo misterio del tesoro perdido. Nunca antes el apellido de los artistas y la K de su personaje venían tan al caso.

“UNA NOCHE EN CASABLANCA” surge por interés de United Artists y su productor David L. Loew, quien además de los Marx, de entre el viejo equipo, solo cuenta con Sig Ruman quien vuelve a hacer las veces de su “temible” enemigo, en un rol que se convierte en una de sus mejores intervenciones.

Es fácil deducir que el filme no fue asumido con la intención de hacer algo demasiado original o memorable, y que tan solo se buscaba unos buenos dividendos complaciendo al público con una historia divertida que le hiciera reír durante un rato. La primera pista es que se aprovecha el enorme éxito obtenido cuatro años antes por “Casablanca”, un filme que proseguía en la memoria de mucha gente. Se buscaba parodiarla de alguna manera, pero quizás por la friega de la Warner, a la que el más locuaz de los Marx respondió con varias cartas que hicieron historia y que pueden leerse en su libro “Groucho y Yo”, apenas se redujo a poner en los créditos The Marx Bros., intencionado reflejo de la clásica firma Warner Bros.

En segundo lugar, se mantienen algunos puntos comunes con filmes anteriormente realizados, y entonces volvemos a ver a Chico interpretando “Barrilito de cerveza”; se hace otra rutina de Harpo tratando de que chico entienda lo que él acaba de ver; regresa el improcedente intermedio musical… y el común romance de la parejita alterna, otra vez vuelve y juega, con la dichosa salvedad de que, el joven de ahora, no sabe cantar.

Sin embargo, el objetivo de generar un rato divertido se logra en buena manera, pues, por fortuna se contó con el notable creador de gags Frank Tashlin (futuro exitoso director) quien aporta, cuando menos, dos de los mejores momentos que tiene la película: Harpo sosteniendo el edificio que un policía toma como una burla, y la estupenda secuencia con el nazi Stubel tratando de empacar su ropa y los tres aliados convirtiéndolo en un imposible.

Fue este el último filme que bien podía llamarse “de los Hermanos Marx”. Su carrera buscaba acercarse a la recta final… pero ya habían logrado un más que merecido lugar en la historia de la comedia cinematográfica.
Luis Guillermo Cardona
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