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Voto de Natxo Borràs:
4
Terror. Intriga Virginia Wainwright vuelve al instituto después del terrible accidente que le ha bloqueado la memoria. Cuando parece que su vida se está normalizando, comienza una cadena de asesinatos... (FILMAFFINITY)
25 de octubre de 2011
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los diez primeros de Crawford es el nombre que se le conoce a un grupo de estudiantes de una academia de élite (algunos son hijos de congresistas o embajadores) que, después de clase, se reúnen en el bar de siempre, van a bailar, disfrutan de sus juergas y desatan su adrenalina saltando con sus coches por un peligroso puente levadizo. Entre ellos están Virginia (Melissa Sue Anderson), su mejor amiga Ann (Tracey E. Bregman), Rudi ( David Eisner), Maggie (Lenore Zann), Alfred (Jack Blum), Stevie (Matt Craven), Amelia (Lisa Langlois) y Etienne (Michelle-René Labelle)…

Pocos días antes de la fecha del cumpleaños de Virginia algunos de ellos empiezan a desaparecer en extrañas circunstancias. Al principio todo parece ser objeto de las bromas y juegos macabros del grupo. Algo que Virginia no puede aceptar debido a un traumático accidente de tráfico, que le supuso una delicada intervención cerebral. Día a día, la chica recurre a la ayuda del psiquiatra David Faraday (Glenn Ford) mientras un degoteo de asesinatos se cierna en el círculo de sus amistades.

J. Lee Thompson, como reconocido cineasta que un par de décadas antes había dirigido notablemente a Robert Mitchum y Gregory Peck en “El Cabo del Terror” (Cape Fear, 1962), engrosó la lista de películas ochenteras protagonizadas por psicópatas anónimos y con tendencias a dar caza a estudiantes traviesos y con mucho tiempo libre. Pero como veterano profesional (aunque con una filmografía algo irregular y decantada a la baja) Lee Thompson no se rebajó a los convencionalismos del género y partiendo de la trama reunió varios apuntes (como siniestra y explícita recreación con el “gore” característico que tan bien había funcionado en “Viernes 13”) ya clásicos y reconocidos por los amantes del terror y el suspense: desde bromas que confunden al espectador, fatales ataques de amnesia que no son lo que parecen, intromisión de madres obsesivas, y, aquí viene lo mejor, terror psicológico puro y duro con el eterno dilema de la lucha de clases en su epicentro. La intervención de Glenn Ford queda aquí eclipsada por la notable actuación de Melissa Sue Anderson (recuerden su televisivo papel de la ciega Mary Ingalls en “La Casa de la Padrera”) y su inocente cara de muñeca.
Natxo Borràs
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