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Voto de patriziavitelli:
7
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Drama
Tras un divorcio difícil, Lucas, un hombre de cuarenta años, ha encontrado una nueva novia, un nuevo trabajo y trata de reconstruir su relación con Marcus, su hijo adolescente. Pero algo empieza a ir mal: un detalle cualquiera, un comentario inocente y una mentira insignificante que se extiende como un virus invisible sembrando el estupor y la desconfianza en una pequeña población. (FILMAFFINITY)
22 de mayo de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
A veces los niños mienten. A veces la gente cede ante la histeria colectiva, y pierde el sentido de la razón. A veces esa gente destruye vidas inocentes.
Hace un par de días que volví del cine de ver La Caza y su desgarradora trama todavía resuena en mi mente. Con una imaginación fértil, la infantil indignación de Klara ante un comportamiento trivial de su profesor Lucas la lleva a hacer una acusación fortísima en su contra. El mundo de Lucas se derrumba y él se tritura en silencio. Se manifiestan las heridas físicas y emocionales de la calumnia y la venganza por un acto que no ha cometido. La tragedia es explícita, inevitable. Es un reto no gritar improperios a la pantalla, o susurrárselos al espectador de al lado, ante la impotencia. Un “No seas estúpido, Lucas”, o “jodida cría” salen de nuestro interior, suponiendo que los mensajes traspasarán la pantalla y tendrán algún impacto en el guión. Como si la película no se hubiera grabado ya hace meses.
La sensibilidad en la dirección de Vinterberg, las actuaciones de primera clase y la cinematografía, perfecta, que crea un ambiente de tensión inquebrantable durante toda la grabación, hacen que sea una película fetén.
Hace un par de días que volví del cine de ver La Caza y su desgarradora trama todavía resuena en mi mente. Con una imaginación fértil, la infantil indignación de Klara ante un comportamiento trivial de su profesor Lucas la lleva a hacer una acusación fortísima en su contra. El mundo de Lucas se derrumba y él se tritura en silencio. Se manifiestan las heridas físicas y emocionales de la calumnia y la venganza por un acto que no ha cometido. La tragedia es explícita, inevitable. Es un reto no gritar improperios a la pantalla, o susurrárselos al espectador de al lado, ante la impotencia. Un “No seas estúpido, Lucas”, o “jodida cría” salen de nuestro interior, suponiendo que los mensajes traspasarán la pantalla y tendrán algún impacto en el guión. Como si la película no se hubiera grabado ya hace meses.
La sensibilidad en la dirección de Vinterberg, las actuaciones de primera clase y la cinematografía, perfecta, que crea un ambiente de tensión inquebrantable durante toda la grabación, hacen que sea una película fetén.