Es precisamente lo que algunos califican como defecto lo que hace de esta película algo excepcional. En efecto, el espectador no encontrará una historia trepidante de amor, con mil enredos y batallitas, sino una trama mínima, que no por ello deja de ser excepcional. Dicho esto, a falta de un argumento intrincado, la carga recae casi exclusivamente en los personajes. La interpretación de Streep y Eastwood es tan sublime que, en ningún caso, se llega a echar de menos más personajes o más subtramas; sus profundos diálogos bastan para traspasar la pantalla y emocionar.