Memorias de una Geisha es el paradigma de la pretensión.
Aunque cada plano de su largo metraje parece pedir a gritos un Oscar, no cabe duda de que la película es incomparablemente buena en su factura visual y de producción.
No hay duda del buen trabajo de Zhang Ziyi y del reparto en general, de la puesta en escena de Marshall, del diseño de vestuario y de producción o de la música de John Williams.
Pero sin embargo parece que no da cuajado la sensación de drama que se nos pretende dar, y todo queda en un bello eufemismo que flota en el aire y se termina por ir con el viento...
Un pequeño recorte de metraje hubiera bastado para una mayor puntuación, o en su defecto, un remontaje de la misma.