Ir a ver una pelicula de Zemeckis es ir a buscar nuevas experiencias que te sorprendan. En este caso, el director no ha logrado ofrecerlas al espectador.
El protagonista Joseph Gordon-Levitt tiene ciertos momentos de inexpresividad, lo que provoca que su papel no sea creíble. En cuanto a la historia, uno espera que la última parte del film sea lo mejor, y aquí viene quizás lo peor del film: nos encontramos con cierta falta de tensión, no creo que sea por los efectos digitales, es más como que no se ha querido arriesgar en darle mayor emoción, lo que me deja con un cierto mal sabor de boca. No por ello considero que sea una mala película, sino un film bien hecho pero que con ciertos cambios se hubiera convertido en un peliculón.
A todo ello se tiene que sumar la gran b.s.o de Alan Silvestri (colaborador habitual del director) que sabe darle un toque de emoción que no encontramos en otros momentos del film.