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España España · Sevilla
Voto de eryonny:
8
Thriller Germán, un honrado padre de familia, ve cómo todo su mundo se tambalea la noche en que, conduciendo de regreso a casa, atropella accidentalmente a dos chicas adolescentes. A partir de ese momento, Germán tendrá que hacer todo cuanto esté en su mano para evitar que su vida quede destrozada para siempre. (FILMAFFINITY)
6 de septiembre de 2018
11 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un hombre, con un estresante trabajo de gran responsabilidad en una mutua, presionado por su esposa, va a llegar tarde al cumpleaños de su pequeña hija retrasado por una intensa reunión en la que tanto él como la empresa se lo juegan todo. En vista de que va a perder el avión que le debía llevar de vuelta a casa, decide utilizar un coche para regresar por carretera,

Una joven de 17 años, rebelde, maleducada, furiosa con sus padres, y posiblemente con el mundo entero, tras una tremenda discusión, abandona su casa para salir de marcha con su mejor amiga y dos “apuestos” jóvenes.

Las vidas de ambos se entrecruzarán, transformando a ambos de una forma definitiva en una noche en la que los ángeles duermen.

Éste es el punto de partida del segundo largometraje del director sevillano Gonzalo Bendala que ya nos sorprendió en 2015 con su “Asesinos Inocentes”, un thriller urbano que contaba con gran reparto y que, a mi modo de ver, no fue tratado justamente por la crítica en su momento. Quizá el estreno de “Cuando los ángeles duermen”, sea la excusa perfecta para revisar su anterior largometraje y encontrar en él muchas de las grandes virtudes que se pueden apreciar en éste.

Encuadrar esta cinta en un sólo género se me antoja complicado, si bien el hilo conductor de la trama nos traslada al thriller más clásico, la capacidad de lectura del guión a diferentes niveles nos sumerge en un drama de introspección del personaje de Germán (Julián Villagrán) que sufrirá una paulatina transformación en un descenso a los infiernos sobre cuatro ruedas.

Y ese descenso se antoja lógico, casi obligado gracias al preciso retrato que Bendala, también guionista de la cinta, dibuja con todo detalle. Nuestro protagonista es un hombre que se debe enfrentar a sus circunstancias y debe tomar decisiones que le llevarán a convertirse en una nueva persona.

Además de la aventura personal del protagonista, Bendala nos sumerge en un ramillete de reflexiones a modo de subtramas que, de un vistazo rápido, pueden pasar desapercibidas pero que, con un poco de atención se muestra claras y nada discordantes con la historia.

El estrés laboral que tantas veces provoca el abandono de la atención a la familia, la rebeldía adolescente, la asunción de la responsabilidad de los propios actos, la defensa de la integridad familiar ante cualquier situación que la amenace por muy peligrosa que ésta sea, la incipiente infidelidad ante la ausencia, la presunción a causa de los antecedentes, y, más importante, la renuncia a los propios valores ante situaciones extremas; sobre todos estos temas reflexiona la cinta arropando a una historia que se desarrolla con una tremenda intensidad y que atrapa en la butaca al más curtido de los espectadores consiguiendo que, desde la butaca, se sienta identificado en todo momento con Germán y justificando en propia persona los actos del personaje.

Villagrán se alza como un titán en un papel que parece hecho a la medida de quien ansía desprenderse de sí mismo para enfundarse en una piel ajena, y a fé mía que lo consigue. Sus diálogos y la evolución de su personaje están milimétricamente medidos en cada plano, en cada escena, en cada movimiento. A lo largo de la cinta interpreta con maestría una sinfonía de registros anímicos para los que, en ocasiones, ni siquiera hacen falta palabras.

Pero la extraordinaria labor interpretativa quedaría desvirtuada sin la espectacular fotografía de Sergi Gallardo que convierte la oscuridad en una herramienta más al servicio tanto de la historia como de los personajes. Por momentos se adivina que tan importante es la interpretación del actor como el refuerzo que la imagen le proporciona en todos y cada uno de los sucesivos escalones que jalonan la transformación de Germán.

Poco más se puede pedir al segundo largometraje de Gonzalo Bendala, cuenta mucho, lo hace muy bien y dirige unas sensacionales interpretaciones.
eryonny
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