Deliciosa película que no envejece, a pesar de ser del año 1935. Filmada con una guerra mundial casi a las puertas, fue prohibida durante un tiempo en varios países por distintos motivos (emancipación femenina, colaboracionismo, insinuación de la homosexualidad, etc.).

Tiene esta película en sus inicios unos mágicos encuadres y movimientos de cámara que nos van presentando desde el campo con las mieses recogidas a la llegada de los campesinos al bullicio de la pequeña población de Boom en Flandes, que se prepara para su Kermesse: Así vemos a los músicos en el puente, preparando sus instrumentos, el mercado, la cucaña, las maniobras de los soldados mayores que van a participar en el desfile, los niños observándolo todo, el trabajo diario en la casa del burgomaestre y las autoridades posando ante el retrato que les está haciendo el pintor, con homenajes a Brueguel, Rubens o Rembrandt (curioso el parecido del nombre de su esposa, Saskia, con el de la novia, luego esposa del pintor de la película, Siska).

La película es amable de principio a fin. Amable con la cobardía de los hombres, con las veleidades de las mujeres y con los galanteos de los españoles, a los que en todo momento se ven como gente simpática. Y es que hasta podemos comprender la eficacia con la que asumen las mujeres el compromiso de atender a los españoles. Por un lado por la estrategia de hacérseles más cercanas y evitar el temido saqueo. Pero sobre todo porque sus maridos, ni por físico ni por vestimenta pueden competir con la gallardía de los españoles, y esto se nota desde que viene el emisario español a caballo cual bandolero o pirata, con lo cual, el deber de las mujeres se convierte en aventura galante.

Si en “ Bienvenido Mr.Marsall” de Berlanga, los esperados americanos no se paraban al final en el pueblo, en la Kermesse Heroica, los temidos españoles paran, confraternizan y se despiden con toda clase de parabienes. Y nombro a Berlanga porque estoy segura que debió ser un ferviente admirador de la Kermesse, ya que muchas de las escenas de sus películas parecen beber de esta fuente.

Hay escenas memorables, bien por lo cómico, como las del enano con el carnicero o la lucha de éste con las escaleras. Y también diálogos chispeantes de claro contenido sexual y gestos que lo dicen todo. Pero sobre todo, esta película transmite la alegría de vivir en un tiempo complicado (las luchas por la independencia de los Paises Bajos), con una total ausencia de arrepentimiento por parte de las mujeres por haber hecho lo mejor para su casa, su familia y su propio cuerpo. Aquí por ejemplo, nuestro Don Juan particular sería la mujer del mesonero, que se desvive cosiendo los uniformes de los soldados in situ y que se queda sin hilo para su marido.

En fin, una gozada de película, que se hace corta. Un guiño fantástico.Totalmente recomendable si lo vemos como un cuento de hadas.