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España España · Pontevedra
Voto de Strider:
7
Drama Howard Roark (Gary Cooper) es un arquitecto vanguardista, ávido de romper con todo lo hecho hasta ahora en los terrenos de la arquitectura. Dominique Francon (Patricia Neal) es una columnista del periódico The Banner de New York que también ama la individualidad y todo lo que libere al hombre de la esclavitud de las ideas. Juntos, pero "separados", iniciarán una guerra contra el mundo de lo convencional. (FILMAFFINITY)
6 de diciembre de 2014
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es difícil escribir una crítica centrada en la película como tal, centrada en los aciertos y desaciertos puramente cinematográficos, cuando se trata de una obra de una carga ideológica tan fuerte, y unos valores tan inusuales. O, mejor expresado, unos valores tan raramente ilustrados en pantalla grande de manera tan explícita y pulcra en su intención communicativa de esa ideología. Baste decir que Zizek, en el documental que se centra en su figura, la menciona a manera de pequeña boutade (o no) como la mejor película estadounidense de todos los tiempos, y un servidor, más allá de afinidades o antipatías con la filosofía objetivista de Ayn Rand -de la que parte la novela en que se basa la presente pelicula- considera que razón no le falta al pensador, al menos en cuanto a representación de los valores que manan de ella.

Dicho ésto, que tampoco es decir gran cosa, la película seduce al espectador con un magnífico blanco y negro y buena dirección, narrativa limpia y sencilla, en la que destacan diálogos que son, no pocas veces, más parecidos a una serie de monólogos de los diferentes personajes, exponiendo su visión de la vida o de diferentes temas, cosa que podría provocar rechazo o cargación, pero que se torna en lo contrario gracias a un guión muy bien escrito, en el que cada una de las personas funciona como una especie de encarnación a modo arquetípico de una postura vital frente a la vida misma. Una gradilocuencia que impregna cada plano y minuto de la obra, que a la vez que intriga y mantiene interesado, se torna en defecto al ver a la mayoría de los actores en cierta manera extraños en su propia piel, unas veces fascinantes ofreciendo interpretaciones rayando lo histriónico, otras pareciendo no saber muy bien cómo comportarse ante lo que sale de su propia boca.

En todo caso, de obligada visión para cualquier cinéfilo recalcitrante.
Strider
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