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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
7
Thriller. Acción Todos los días, en las calles de las zonas urbanas deprimidas de los Estados Unidos se libra una guerra; una guerra entre residentes, traficantes de droga y los que han jurado proteger a unos de los otros. Esta guerra tiene sus víctimas y sus verdugos, y una de sus figuras más importantes es el sargento Alonzo Harris, un agente de narcóticos con 13 años de experiencia cuyos discutibles métodos hacen difusa la línea entre la legalidad y ... [+]
25 de septiembre de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
341/19(19/09/21) Electrizante thriller policial urbanita, que tiene tres grandes pilares para atraparte, como es la vigorosa dirección de por Antoine Fuqua, su mejor labor hasta ahora, imprimiendo nervio y sentido estético-inmersivo, exponiendo con crudeza un estado de violencia latente durante todo el metraje, con tiroteos, palizas cruentas, intentos de violación, persecuciones, abusos policiales; tiene un guión sustancioso de David Ayer (en 2005 arrancaría como director en una carrera irregular), con diálogos y frases que nos hacen este mundillo, donde parece mandar el que más gritar y más soeces suelta, además de establecer un juego complejo sobre cómo se debe impartir justicia, hasta donde se puede llegaren la fina línea que separa impartir la ley o sobrepasarla, lo nebuloso de combatir el Mal desde el Bien pero retorciendo esto segundo, embarcándonos en un frenético día, cual parece todo a contrarreloj, creando Ayer un personaje ‘Bigger Than Life’ en la figura del Totémico Alonzo Harris; y aquí entro en el tercer pilar, la actuación desbordante de Denzel Washington (ganó su segundo Osca por la interpretación. Para dotar a su personaje de un aspecto más auténtico, Denzel Washington adoptó el mismo “look” que Rafael Pérez, ex agente encarcelado por el caso “Rampart”, una enorme trama de corrupción que tuvo lugar en el Departamento de Policía de Los Ángeles), una golosina para este actor que se mimetiza con el histriónico policía, lo posee con un ímpetu propio de un volcán en erupción, una fuerza desatada de la naturaleza, su verborrea y facilidad oratoria son un tsunami constante, un manipulador carismático que seduce con su labia de marionetista, arrollador Macho Alfa.

Además tienen de apoyo un magnífico elenco de secundarios, donde por supuesto brilla el cuasi-protagonista Ethan Hawke (nominado al Oscar, perdió ante Jim Broadbent por “Iris”), que se hace un huequecito ante el Titán neoyorkino como el agente novato e idealista Jake que se supone va a ser instruido por el veterano, estableciendo ese clásico duelo entre el viejo zorro y el advenedizo, aunque aquí dándole una vuelta de tuerca, con ententes incisivos y fogosos, dos agentes de narcóticos de LAPD paseando por vecindarios de Westlake, Echo Park y South Central Los Ángeles, plagados de pandillas; cuenta con Scott Glenn , en papeles secundarios, asimismo en roles de menos peso están el gran Scott Glenn como un vivaraz camello, Tom Betrenger, Cliff Curtis , (la fascinante belleza) Eva Mendes, o los raperos Dr. Dre y Snoop Dogg. Todo esto sustentado en una ambientación espléndida, desde la maravillosa labor de la cinematografía del calabrés Mauro Fiore (“La Isla” o “Avatar”), imprimiendo un sentido noir que te cala en sus colores apagados; una edición ágil sin ser epiléptica de Conrad Buff (“Terminator 2” o “Titanic”); esto adornado de modo cutáneo por la música del compositor Mark Mancina (“Speed” o “De la Tierra a la Luna”), surtido por temas hip hp de gente como los que aparecen en la cinta Dr. Dre y Snoop Dogg, o Tupac Shakur o Pharoahe Monch.

Aunque el film juega con multitud de clichés del género de buddy-movies de polis, sabe darle Fuqua un patinado dinámico que hace que sus debilidades parezcan menores, muestra la corrupción policial, pero con profundidad cero, todo en este aspecto es un apunte a pie de página. Habla de la ambigua relación entre camellos y los polis de narcóticos, las peligrosas connivencias que se establecen entre ellos donde la loable intención policial de utilizar a estos narcotraficantes como confidentes se termina por hacer difuso en el sentido que se puede transgredir lo legal.

La cinta marca las líneas desde el inicio con ese encuentro en una cafetería entre los dos agentes (el ‘instructor’ y el ‘novato’), el veterano intimida con una fuerza atroz al aspirante a agente de narcóticos, los achica, se ríe de él con cinismo haciéndole ver la insignificancia de lo hecho hasta ahora. Empiezan el día y la fuerza atemorizante del mayor continua jugando y manipulando a su subalterno para que haga lo que no quiere y para tolere lo intolerable. Jugando con la ambigüedad de si es parte del entrenamiento o es un juego perverso de dominación. El superior intenta hacer ver al subalterno que el mundillo en que se mueven está poblado de lobos y corderos, y para atrapar a los lobos tiene que ser uno de ellos, o sea, transgredir las reglas (se supone que un poco). Pero esta línea conforme avanza el día se va separando más y más de la ley y adentrándose en ser parte del crimen.

Alonzo nunca actúa como agente encubierto, más bien parece jugar a ser un poli corrupto con tratos con narcos, siendo esto difuso, e intenta defenderlo el poli con discursos enardecidos y demagogos. A cada tropelía tiene un nuevo argumento con que quiere hacer ver al noble aspirante que su acción es justificable. Creando un halo sórdido cual espiral oscura y sombría que va ofreciendo dilemas morales para hacer reflexionar al espectador. Cierne un clima turbio en una escena con los llamados ‘Tres Reyes’, tres gerifaltes civiles que nos hacen ver (de modo bastante superficial) que la corrupción está e metástasis en la sociedad. Todo esto con escenas cargadas de dinamismo, nervio, realismo salvaje, donde el peligro se siente latente.

Lo malo es que en el rush final la película vira a ser otra, deja la ambigüedad para caer en una película de buenos contra malos clásica, con un giro del azar cogido por los pelos como deux machine, y llegar a un clímax híper violento un tanto forzado, donde hay que suspender la credulidad en pos de disfrutar de la acción atávica, donde la ambigüedad moral se abandona por la acción pura y dura, propia de pasatiempos sin más. Aunque tiene paradójicamente la mejor escena de Denzel Washington, que ya es decir mucho en este tour de forcé atronador, creyéndose más grande que King Kong, con un soliloquio apabullante encandila.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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