Le costó muy poco a "El cuervo", incluso antes de ser estrenada, ganarse las etiquetas de película "de culto" y película "generacional" por lo mucho que caló entre el público juvenil de los años 90. Hablando exclusivamente de su impacto en España, muchísimos chavales de la época, inmersos en el boom del rock alternativo imperante, no dudaban en catalogarla de obra maestra, evidencia de la escasa cultura cinematográfica de sus fans y de lo fácilmente impresionables que eran.

La opera prima de Alex Proyas es un sencillo film de venganzas. La historia gira en torno a Eric Draven (interpretado por Brandon Lee) un rockero de estética gótica (de ahí lo mucho que llegó a popularizarse la película entre los fans de cualquier género musical con toques siniestros) quien es asesinado violentamente junto a su novia el día antes de casarse. Un año después Draven vuelve a la vida para vengarse de sus asesinos y, una vez completada su misión, morir y volver a la tumba con su difunta novia Shelly. Ya ves.

Esta fantasía románticona de serie B se convirtió en la película del momento gracias a la estomagante combinación de un cóctel formado por unos ingredientes imbatibles. A un guión de cine de acción estereotipado hasta la nausea (a lo largo del film se puede predecir fácilmente y en todo momento qué pasará y cuándo va a pasar) de fácil comprensión y seguimiento por el público palomitero, hay que sumarle unos personajes pretenciosos y ridículamente grandilocuentes con transfondo romántico (es decir, el perfil clásico de cualquier gótico de manual), una ambientación oscura, rockera y pesimista (marca de la casa musical de la época) y una banda sonora que incluía pinceladas de temas de grupazos del momento (The Cure, Rage Against the Machine, Helmet, Nine Inch Nails...).

Aún con todo eso, "The crow" se hubiese quedado en otra peli más de no ser por el suceso real y macabro que sucedió durante el rodaje y que convirtió a la película, y especialmente a su actor principal Brandon Lee, en una leyenda instantánea. Lee murió durante el rodaje de una escena con armas de fuego donde, teóricamente, las balas empleadas debían ser de fogueo. Una bala real acabó con la vida del hijo del mítico Bruce Lee, otra figura legendaria (ésta de verdad) que había muerto también en extrañas circunstancias. Que algunas escenas donde debía aparecer Brandon Lee se completasen en post-producción mediante el uso de tecnología digital (básicamente primeros planos) proporcionó un delirante eco mediático aún mayor a la película.

Así pues, la atracción por el malditismo (Lee elevado a los altares como mártir del cine de acción), el morbo y la conspiranoia (¿fue un asesinato encubierto o simplemente un accidente?) convertían de golpe una película de serie B más bien chunga en un título de referencia del cine de los 90. Porque ni la historia, ni los actores (ni sus personajes, claro), ni la realización son nada del otro mundo (por no querer ser más contudente con la cinta).

Personalmente me parece una película MALÍSIMA.