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Voto de The Motorcycle Boy:
9
8,0
4.081
Drama
"Amarás a Dios sobre todas las cosas". Después de haberse separado de su mujer, un profesor universitario vive con su hijo Pavel al que procura transmitir su racionalidad y ateísmo. También le ha parecido conveniente enseñarle a usar el ordenador. Primero de los diez mediometrajes realizados por el director Krzysztof Kieslowski y el guionista Krzysztof Piesiewicz. Primera parte del "Decálogo", que se inspira en cada uno de los Diez Mandamientos. (FILMAFFINITY) [+]
5 de junio de 2010
18 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Krzysztof Kieslowski realizaba en 1989 la obra ‘Dekalog’. Una sensacional compilación estructurada en diez bloques, uno por mandamiento, a partir de la cuál el realizador polaco y su fiel guionista, Krzysztof Piesiewicz, nos mostraban una visión muy personal de los mismos.
La obra se ambienta en una barrio de Varsovia, arquetipo del comunismo polaco, donde los distintos personajes de los capítulos coincidirán, aunque de manera independiente, en el desarrollo de la misma, alternando su presencia por esos parajes grisáceos, combinando el blanquecino de la nieve propia del frío invierno polaco, con la oscuridad y negrura del día a día de aquellos años. Por último, recordar que el film está ambientado en los años 80, casi a finales, una década en la que el pueblo polaco ya se sentía asfixiado por la bestia del comunismo real, desesperanzados por su triste realidad y, en parte, evadiéndose, quizás, en temas como la religión católica (la amplía mayoría de polacos son católicos. Tipo España).
En el primer capítulo de la célebre serie, Kieslowski y Piesiewicz, siguiendo el orden de los diez mandamientos, se centran argumentalmente en un tema muy concreto: amarás a Dios sobre todas las cosas.
Pawel es un chiquillo de un barrio de Varsovia que vive con su padre. Desde el primer momento, ya se nos deja claro que el chiquillo es muy inteligente (la partida de ajedrez o el amor por los problemas matemáticos). Sin embargo, por cosas inherentes a la edad, busca descubrir el porqué de ciertos ”problemas” (la muerte del perro le causa un gran impacto), de grandes misterios para él como son la muerte, el alma, la otra vida. Tendrá dos vías de educación: por un lado, está su padre. Un hombre de ciencia. Alguien que cree que todo es cuantificable, medible. No va más allá, simplemente describe, con certeza absoluta, las acciones de los hombres y la naturaleza (la escena en la que le explica lo que es morir al niño es paradigmática de ello), sin ahondar ni comprender las peculariadades, los microuniversos de cada uno, las extrañezas y singularidades. Por otro lado, tiene a su tía. Una mujer de fe, creyente. La vida le es mucho más fácil para comprenderlo todo, simplemente cree en un Dios que le da sentido a su existencia.
La obra se ambienta en una barrio de Varsovia, arquetipo del comunismo polaco, donde los distintos personajes de los capítulos coincidirán, aunque de manera independiente, en el desarrollo de la misma, alternando su presencia por esos parajes grisáceos, combinando el blanquecino de la nieve propia del frío invierno polaco, con la oscuridad y negrura del día a día de aquellos años. Por último, recordar que el film está ambientado en los años 80, casi a finales, una década en la que el pueblo polaco ya se sentía asfixiado por la bestia del comunismo real, desesperanzados por su triste realidad y, en parte, evadiéndose, quizás, en temas como la religión católica (la amplía mayoría de polacos son católicos. Tipo España).
En el primer capítulo de la célebre serie, Kieslowski y Piesiewicz, siguiendo el orden de los diez mandamientos, se centran argumentalmente en un tema muy concreto: amarás a Dios sobre todas las cosas.
Pawel es un chiquillo de un barrio de Varsovia que vive con su padre. Desde el primer momento, ya se nos deja claro que el chiquillo es muy inteligente (la partida de ajedrez o el amor por los problemas matemáticos). Sin embargo, por cosas inherentes a la edad, busca descubrir el porqué de ciertos ”problemas” (la muerte del perro le causa un gran impacto), de grandes misterios para él como son la muerte, el alma, la otra vida. Tendrá dos vías de educación: por un lado, está su padre. Un hombre de ciencia. Alguien que cree que todo es cuantificable, medible. No va más allá, simplemente describe, con certeza absoluta, las acciones de los hombres y la naturaleza (la escena en la que le explica lo que es morir al niño es paradigmática de ello), sin ahondar ni comprender las peculariadades, los microuniversos de cada uno, las extrañezas y singularidades. Por otro lado, tiene a su tía. Una mujer de fe, creyente. La vida le es mucho más fácil para comprenderlo todo, simplemente cree en un Dios que le da sentido a su existencia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El niño, Pawel, alternará tanto los valores inculcados por su padre, con esa devoción por las máquinas, la tecnología (mostrada de una forma un tanto inquietante) y los problemas (aquello de contar y medir), con la vena católica de su tía, la cuál está decidida a que el chaval crezca dentro del seno del catolicismo, recibiendo la catequesis. Sin embargo, Kieslowski hará estallar el dilema ciencia/religión cuando Pawel le pida a su padre que investigue si es posible esquiar en el lago (¿estará congelado?¿qué dicen tus cálculos?) cercano a su casa. El padre, después de su respectiva fórmula, le dará el visto bueno. El drama inundará la pantalla. Con un padre descolocado, tratando de seguir su metódica vida hasta el final (la escena del dilema entre ascensor/escalera), creyendo en la validez absoluta de las máquinas y sus calculos.
Al final, en una lectura personal, el padre, pese a su lucha en no reconocer la existencia de algo superior (como en la escena del lago en la que todos rezan excepto él), acaba, lleno de dolor, amargura y sufrimiento, maldiciendo la imagen de la Virgen María, reconociendo así, a través del simple acto de acudir allí, su existencia, el pago de sus pecados (el título que porta el capítulo). Sensacional obra de Kieslowski, al que en tan sólo 55 minutos, le basta para emocionarnos con esta historia a través de la cual realiza una visión muy personal, preciosa y lírica, con cierto aire a bíblico, del primer mandamiento. Es una joya oculta, con unos diálogos que lo son todo y un poderío visual que no necesita presentación, pues hablamos de Kieslowski.
Al final, en una lectura personal, el padre, pese a su lucha en no reconocer la existencia de algo superior (como en la escena del lago en la que todos rezan excepto él), acaba, lleno de dolor, amargura y sufrimiento, maldiciendo la imagen de la Virgen María, reconociendo así, a través del simple acto de acudir allí, su existencia, el pago de sus pecados (el título que porta el capítulo). Sensacional obra de Kieslowski, al que en tan sólo 55 minutos, le basta para emocionarnos con esta historia a través de la cual realiza una visión muy personal, preciosa y lírica, con cierto aire a bíblico, del primer mandamiento. Es una joya oculta, con unos diálogos que lo son todo y un poderío visual que no necesita presentación, pues hablamos de Kieslowski.