Con la idea de demostrar que no hay problema que no se pueda resolver con una visita al mostrador de perfumes del El Corte Inglés, esta peli de chicas aceptable más o menos actualiza una vieja película de Joan Crawford.
Dirigida por una mujer, escrita por mujeres y con un reparto solamente de mujeres, también es una película que solo debería verla las mujeres. Y aún así, recomiendo un par de copas antes.
Meg Ryan hace de Mary, una esposa rica y madre que descubre que su marido tiene un lío con una empleada en unos grandes almacenes (Eva Mendes). Su madre (Candice Bergen) y sus mejores amigas (Jada Pinkett Smith, Annette Bening y Debra Messing) están ahí para ayudarla con este sufrimiento.
La película alardea sobre la novedad de no tener un hombre en todo el reparto, aparte de un niño recién nacido, mientras que toda la conversación gira sobre el sexo, las compras y la cirugía estética que son aparentemente los secretos para sentirse realizadas.
¿Superficial? No hay duda. ¿Está bien? No mucho. No puedes mirar la peli sin pensar que es una versión más tonta de Sexo en Nueva York. Y eso que pertenezco al 50% de la población a quien se dirige esta película. Si anhelas a que salga Sexo en Nueva York en DVD, esta peli debería deberá mantener a raya tus ansias.