Sí, han leído bien, y no se trata de una errata. Es "bisionario" tras habérsele adjudicado (de manera apropiada o inmerecida, eso ya depende del criterio de cada uno) el adjetivo de "visionario" gracias a sus '300' y 'Watchmen'. Tras su hinchada, excesiva, cargante, fascinante, ridícula, ampulosa y sólo ocasionalmente sexy 'Sucker Punch', ya pasará a la Historia como 'trisionario'. El no va más, vamos (los búhos no cuentan).

La idea y el concepto eran, a priori, atractivos y brillantes, pero su desarrollo no va más allá de lo sugerido y la inicial valentía de Snyder se torna más cobarde de lo que a él mismo le gustaría reconocer, y su historia desvaría hacia la demencia. El señor Snyder pierde, lamentablemente, el norte. Y el sur, y el este y el oeste, razón por la cual abandonas la sala con una sensación de absoluta insatisfacción.

Quizá sea el principal problema de la película: poseer un argumento tan absurdo y bizarro y engarzar en él, con forzada (y risible) seriedad, un incontable número de momentos dramáticos y pretendidamente profundos que a duras penas casan con el espíritu lúdico y descarado (y sobre todo descerebrado) del film y que provocan, sin remedio alguno, desconcierto, incredulidad y tedio. No logras empatía alguna, ni sufres por las chicas, y te acaba importando un bledo lo que les pase. Una lástima, porque una película con momentos tan bestiales como el prólogo, la batalla contra los pseudozombis nazis o la aparición del alcalde putero a ritmo de Queen (otro punto fuerte, los temas versionados de su banda sonora) merecían mejor destino.

Los referentes están bien asimilados, tiene un acabado audiovisual impresionante, pero después de los orcos de Mordor, la película cae en picado inexorablemente, perdiéndose entre grandes palabras y frases con vocación/pretensión de inmortalidad (como la que cierra el film, un WTF clarísimo) y la cosa ya no remonta. Y... ¡Oh, las chicas! Menos de lo que esperaba, pero por la sola presencia de la encantadora, sexy, excitante, voluptuosa, angelical, frágil, guerrera y cuasi-artificial Emily Browning merece la pena el viaje. Qué rostro, difícilmente olvidable.

Y sí, aunque no os lo creáis, Zack Snyder… ¡utiliza la cámara lenta! Y desde el minuto 1. Es que si no lo hace revienta. ¿Visionario? Me cuesta creerlo. ¿Autor? Por supuesto, y de los pies a la cabeza. Y no me miren raro.