Adaptación de la novela de John Steinbeck, "Las uvas de la ira" nos muestra a las familias de agricultores de Oklahoma en busca de puestos de trabajo estacionales en los patios de California, sobre todo a causa de la crisis de 1929. John Ford da vida a un drama sin contemplaciones, para darnos una película fuerte, conmovedora y extremadamente realista. Pocas películas logran alcanzar un grado de intensidad tan dramático sin caer en el sentimentalismo fácil.

"Las uvas de la ira" es a la vez una queja en movimiento, sobre la capacidad de la resistencia humana y la fuerza del idealismo que un cargo político malicioso ejerce a favor del capitalismo mas vil. La película narra la transformación de una civilización que dejó un mundo de tradición para adentrarse en uno de modernidad. Para algunos, la conmoción causada por la modernización de la sociedad es sinónimo de progreso, pero para Ford es una fuente de sufrimiento encarnados por los abandonados que quedan al margen de la modernización.

Ford refleja su sello de director artístico, atreviéndose a mezclar el realismo y onirismo. Logro esa mezcla gracias en gran medida una una fuerza narrativa inusual, acompañada de una humanista magnitud inolvidable. Sin poder olvidar el éxito de una puesta en escena excelente, a veces casi documental, y rodada en un honesto blanco y negro, que impregnan las escenas de realismo, al igual que su magnifica fotografía. Las interpretaciones son perfectas, y Henry Fonda esta simplemente increíble, logrando una actuación digna de estudios.

Todos estos ingredientes sirven a Ford para infundir el humanismo en su película, sin caer en lo sórdido, la pelicula continúa ganando impulso en toda la historia hasta la ruptura final. También difícil de superar por la dimensión de la tragedia humana implacable e histórica. "Las uvas de la ira" es sin duda una de esas pelicula que merecen varios visionados, tanto por su calidad, como por su mensaje.