No son muchos los directores que dominaron con tanto maestría diversos géneros y uno de ellos fue Howard Hawks, aunque sus mejores películas resultaron ser esos westerns sólidos y equilibrados que le auparían a la élite de los cineastas norteamericanos de su época. En esta especie de road movie muestra con eficacia y entretenimiento el comportamiento humano en situaciones de tensión y cómo éstas sacan nuestro peor lado.

La cinta nos mete de lleno en la dura odisea de un grupo de ganaderos que tienen que arrastrar diez mil cabezas de ganado por una región seca y cálida, haciendo frente a las inclemencias meteorológicas y a las diversas trampas que se encuentran por el camino, como los indios o el nerviosismo de los hombres que se van quedando sin alimentos.

La exaltación del valor y el coraje del ser humano es una constante durante toda la película y apreciamos, pese a la dificultad de la empresa llevada a cabo, la camaradería entre los personajes principales, la virilidad o el trabajo en equipo, como ocurre en su legendaria "Rio Bravo", también con el mítico John Wayne. No hace falta fijarse demasiado para notar el tributo que le rinde Hawks a John Ford, utilizando con suficiencia ese peligroso esplendor paisaje del Oeste tan característico en las cintas del autor de "Centauros del desierto".