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Voto de Rick el acomodador:
9
Drama. Romance A principios de los años 70, Bess (Watson), una ingenua joven de un pueblo costero de Escocia, se enamora de Jan (Stellan Skarsgård), un hombre mundano que trabaja en una plataforma petrolífera. A pesar de la oposición de la rígida comunidad puritana a la que pertenece, Bess y Jan se casan. Tras la boda, él vuelve a su trabajo, y ella cuenta los días esperando su vuelta. Bess, una creyente devota, cree que su amor está bendecido por el ... [+]
30 de enero de 2011
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Breaking the waves. Rompiendo las olas, los esquemas, los códigos, los convencionalismos y los arquetipos del lenguaje cinematográfico más trillado.

Es una bofetada de las que llegan a doler. Una bocanada de aire fresco que llega a sorprender por “demasiado fresco”. Y es que se trata de una película “demasiado distinta”… porque hemos llegado a entender como distintas, obras que, en comparación con esta, se nos antojan ahora como gemelas.

Lars von Trier, que desde el estreno de “Europa”, en 1991, solo había hecho algunas cosas para televisión, decidió hacer una película larga, y acometerla del mismo modo que un reportero de t.v. acometería una noticia para los informativos o un reportaje en plan docudrama… ¡con la cámara al hombro! Fija, por tanto, en la retina del espectador, y desde la primera toma, la idea de que él está ahí. En el centro de la escena. En medio de la acción. Sin interrumpirla ni alterarla, pero dando “fé notarial” de que lo que allí ocurre es verdad, y por eso él lo filma. Es lo contrario del documental tradicional en el que la idea de la presencia del cámara desaparece:

• Si viendo la madriguera de la comadreja pensáramos que ha habido que intervenir previamente en el terreno, introducir un cristal y una cámara, camuflarla, meter a las crías, etc… se perdería toda la magia, y hasta el interés…
• Si, desde arriba, vemos cómo el escalador intenta llegar a la cima, y tuviéramos patente que el cameraman ha tenido que subir antes para poder filmar lo que allí estamos viendo, nos distanciaría mucho de la propia emoción e incertidumbre de la acción mostrada…

Uno de los milagros de “Rompiendo las olas” (solo uno de ellos) es que ese testigo presencial que filma a través de su cámara subjetiva, es el protagonista real de la película. Es él con quien el espectador se identifica, y lo hace hasta el punto de suplantarlo.

Así, el notario que acaba dando fe de que todo lo que allí ocurre es verdad, y por eso lo filmamos, somos cada uno de los que contemplamos embelesados la pantalla.

La historia se sitúa en la Escocia rural, entre paisajes sobrecogedores que nos abruman y sobre los que podemos oír el ruido de las olas al romper contra los acantilados, sentir el viento racheado, el frío, y hasta el calor de los débiles rayos de sol en nuestra piel. Porque estamos allí, y somos nosotros mismos los que “vemos y sentimos lo que pasa”. Y lo que pasa es una historia de amor inconmensurable, que convierte en anécdotas todas las demás historias de amor, y que nos acerca ( a distancias epidérmicas) a la mujer más débil e indefensa del mundo, que por medio de este amor, se transforma en la más fuerte, tenaz y trascendente.

Esta mujer es Bess McNeill en Breaking the waves, y es Emily Watson en su primer papel para el cine. Nominada al oscar como mejor actriz, aún siendo una película extranjera.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Rick el acomodador
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