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España España · Barcelona
Voto de Rómulo:
8
Thriller Dominika Egorova (Jennifer Lawrence) es reclutada contra su voluntad para ser un “gorrión”, una seductora adiestrada del servicio de seguridad ruso. Dominika aprende a utilizar su cuerpo como arma, pero lucha por conservar su sentido de la identidad durante el deshumanizador proceso de entrenamiento. Hallando su fuerza en un sistema injusto, se revela como uno de los activos más sólidos del programa. Su primer objetivo es Nate Nash ... [+]
26 de marzo de 2018
1 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gorrión rojo (Red Sparrow)

Hace cuatro años el novelista estadounidense especializado en novela negra Jason Matthews inició una espléndida triología de espías con el título de "Gorrión rojo", cuya última entrega ha visto la luz muy recientemente. Se da la circunstancia -ciertamente feliz en este caso- que Matthews fue durante muchos años agente de la CIA, por lo que no cabe duda de que este hombre sabe muy bien de lo que habla y que muchas de las peripecias que relata pertenecen a experiencias vividas en carne propia y narradas en la línea de las mejores novelas de John le Carré.
De forma que el director Francis Lawrence, basado en la triología de Matthews, ha filmado con el mismo título una potente y brillante película a la que no resultaría excesivamente arriesgado compararla con la magistral "El espía que surgió del frío".
Y buena parte de esta poderosa puesta en escena se debe a la intervención de una bellísima, atractiva y gran actriz de apenas 27 años que responde al nombre de -no le une parentesco alguno con su director- Jennifer Lawrence. Ella es el alma de la cinta. Alma y carne viva en una milagrosa simbiosis que destila a manos llenas el embriagador veneno de la seducción, dejando al espectador indefenso ante el encanto y talento de esta maravillosa criatura.
"Gorrión rojo" no recurre al muy trillado procedimiento de atiborrar la narración con espectaculares persecuciones por tierra, mar y aire, o interminables y zigzagueantes carreras de coches que acaban por aturdir al auditorio. No, el admirable ejercicio de contención que ejecuta Francis Lawrence responde a un estilo narrativo mucho más sobrio y reflexivo, más turbador e incisivo, mérito que distingue y hace diferente a esta cinta de otras de su mismo género. Contiene una realidad pavorosa, no nos ahorra escenas de una truculencia y crueldad casi insoportables y, sin embargo, es difícil dudar de su autenticidad en un mundo en que los altos intereses de la política no se detienen ante insignificantes dilemas morales que puedan frenar el funcionamiento de su engrasada maquinaria.
La Guerra Fría ha cobrado un nuevo impulso, ha vuelto con renovada virulencia a ocupar un lugar preferente en la escena política de la Rusia de Putin y la América de Trump. Los servicios secretos y de inteligencia de ambas potencias reanudan su soterrada y diabólica partida de ajedrez. Y yo que ustedes no renunciaría a saber qué clase de métodos se emplean en las nauseabundas alcantarillas del poder, donde las ratas se mueven con total y recalcitrante libertad.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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