Se trata de una comedia disparatada que no es la mejor ni la peor de las dirigidas por Barry Sonnenfeld. La verdad es que la película está llena de tonteríasy situaciones caóticas y delirantes, muy de humor americano, pero visualmente, algunas tienen su gracia, hasta el punto de que la película no se hace larga, y en conjunto, resulta pasable y hasta simpática.
Robin Williams alcanza sus dos extremos, y alterna buenos momentos con otros en los que se hace insoportable. Aún así, el verdadero protagonista es la caravana, a la que incluso se la podía haber sacado mayor partido.